A menudo, los animales que se encuentran en apuros deciden buscar ayuda en los humanos. A pesar de que no pueden hablar, se las ingenian para darse a entender y esta pequeña conexión ha ayudado a salvar la vida de miles de pequeños. Tia Powell es una amorosa madre de familia que siempre se ha preocupado por inculcar a sus hijos el amor a los animales.
Todo ocurrió en el parque Kiwanis de Williamsburg.
Un día, se encontraba caminando en el parque cuando una ardilla se atravesó en su camino. Al principio no le dio demasiada importancia; pero luego comenzó a notar que el comportamiento de la ardilla era particularmente extraño.
“Quedé en shock porque nunca había visto a una ardilla comportarse así”.
Powell comprendió que la ardilla tenía algún problema, así que se dispuso a seguirla. Fue así como la asustada roedora la guió hasta las profundidades del parque. Allí se encontraba una bebé ardilla que estaba herida. Era claro que quien había acudido a Powell era una desesperada madre dispuesta a hacer cualquier cosa para poder salvar a su cría.
“Me sentí un poco mal porque al principio intenté moverla hacia un lado en lugar de querer ver lo que la ardilla quería”.
Tia se cercó dulcemente hacia ellas y les ofreció un poco de comida. Compartió el sandwich que había llevado para comer durante su caminata y las bonitas ardillas se mostraron sumamente agradecidas. Una vez que obtuvieron algo de energía; intentaron subir a un árbol pero la herida de la bebé seguía afectándola y no podía continuar al mismo ritmo de su madre.
La ardilla bebé tenía una herida en su para que no le permitía caminar bien.
Fue entonces cuando decidió llamar a Humane Society y las autoridades no tardaron en llegar. Una vez que le dieron la ayuda que tanto necesitaba; trasladaron a las ardillas hacia una zona en donde hay muchos más árboles y por lo tanto podrán vivir con mayor seguridad.
Los policías bromearon con Powell por su habilidad como Encantadora de Ardillas.
Ahora, la amorosa madre vuelve cada cierto tiempo al parque con sus hijos. Poco después de su importante rescate notó que había dos ardillas observándola con mucho curiosidad desde un árbol. No se encuentra segura, pero le gusta pensar que se trata de sus dos viejas amigas en una bonita señal de agradecimiento.
Los rescatistas creen que la herida pudo haber sido causada por un gato salvaje.
No hay duda de que con tan sólo unos minutos de nuestro tiempo, podemos cambiar para siempre la vida de un animal en peligro.
Comparte esta bonita historia para celebrar el gran corazón de Powell.