Una alce y sus pequeños retoños decidieron tomar por sorpresa a Roland Rydstrom y su familia. Una mañana mientras el hombre, de Anchorage en Alaska (Estados Unidos, trabajaba desde casa, escuchó unos ruidos singulares en el patio trasero.
El alce y sus bebés hacían de las suyas.
Curioso, Roland se paró de su escritorio para inspeccionar pero quedó paralizado ante la figura de una gran alce adulta. Parece que ella y sus pequeños habían decidido instalarse en la residencia.
La criatura estaba explorando el jardín junto a su cría, lo cual impresionó a la familia que no pudo dejar de fotografiar la singular escena.
Todos lucían bastante cómodos.
Los alces pequeños causaron algunos destrozos, mordisqueando los muebles del jardín y probando algunas de las plantes pero nada de eso molestó a Roland.
El hombre estaba muy impresionado por lo que veían sus ojos y sabía que un episodio de esos no se volvería a repetir.
El hombre captó a los pequeños en plena acción.
Roland tomó numerosas fotos pero todas desde el interior de su residencia. Aunque los alces no son animales agresivos, sabía que lo mejor era no acercarse pues nadie sabe cómo reaccione una madre si siente que amenazan a sus crías.
La familia estaba tan absorta que poco la molestó el sujeto desde el cristal que los fotografiaba; al contrario, mamá alce y sus bebés parecían halagados por el interés que les demostraba Roland y después de un rato de exploración se instalaron cómodamente sobre el césped.
Los pequeños quedaron rendidos después de la diversión.
El alce se echó y más atrás se tumbaron sus pequeños, parecía que lo único que querían era relajarse y ese jardín era el apropiado después de tanto explorar en el vecindario.
“La mayoría de las veces, como puedes ver en las fotos, realmente estaban descansando. Una vecina informó que había observado a esta misma familia de alces corriendo por la carretera a pocos kilómetros de nuestro vecindario esa misma mañana”, Rydstrom.
Después de admirar un rato a la familia, Roland entendió que los animalitos estaban dispuestos a pasar el día en el jardín si les placía, y por ello se vio obligado a regresar a su trabajo.
Después se arrepintió de su decisión, pues resultó que el alce y sus pequeños no eran las únicas visitas sorpresa que recibiría ese día.
Cuando el hombre se fue algo inesperado sucedió.
Resultó que una vaca y sus terneros también se sintieron en la confianza de entrar a explorar en la propiedad, pero se llevaron una sorpresa al notar que ya había otra familia salvaje disfrutando del espacio.
“Una vaca y sus terneros llegaron corriendo por el patio casi al final del día. Podía escucharlos corriendo de esta manera, pero no pude obtener un video de ellos y de la familia de alces descansando. En mis fotos solo se ve a la mamá alce y sus bebés corrieron rápidamente tras ellos”, comentó Roland.
Resultó que la alce y sus pequeños eran bastante territoriales y no estaban dispuestos a compartir el jardín con nadie más.
Lo que vivió Roland y su esposa Cathy quedó registrado en las imágenes que posteriormente compartieron en sus redes sociales.
Algunas de ellas son bastante curiosas.
Cathy también compartió en su Facebook las fotos y lo asombrada que estaba de haber presenciado algo así.
“Sucede todo el tiempo para otros; esta vez tuvimos suerte de experimentarlo nosotros mismos”, escribió.
La familia de visitantes es una subespecie de alces llamada alces de Alaska, conocidos como los más grandes de América del Norte y además son el mamífero oficial del estado.
Son herbívoros y un adulto puede comer hasta 33 kilogramos de alimento en verano y 15 en invierno. Aunque suelen ser solitarios, es común verlos en pequeños grupos familiares como el que visitó a esta familia.
Este trío ya eran demasiado para el jardín.
Roland y Cathy hicieron lo correcto al disfrutar de la escena y fotografiarlos desde la distancia. El alce y sus pequeños se fueron del jardín tras un largo día de descanso y aunque dejaron pequeños destrozos, la pareja se sintió agradecida por la curiosa visita que, sin duda, ninguno borrará de su memoria.
La naturaleza siempre nos sorprende con sus maravillas; por eso, ante una visita como esa es mejor disfrutarla desde la prudencia y respetar el espacio y la integridad del animal salvaje.