Cuando vemos un animal en franco deterioro físico, nuestro corazón estalla en mil pedazos. Ni hablar de lo que siente un rescatista, cuya principal característica es la sensibilidad redoblada por los animales en peligro, además de nunca darse por vencido, tener paciencia y velar siempre por el bienestar de las mascotas.
Esta es la historia de Taki, un griego quien se ha vuelto famoso en las redes sociales por no dejar a los animales en situación de calle solos con su dolor, siempre que pueda ayudarlos.
En días recientes, en una visita que realiza con frecuencia a los lugares en donde sabe que existen canes en graves condiciones de insalubridad y desolación, escogidos por las personas quienes los desechan, Taki se encontró con una perrita que aullaba debajo de los neumáticos de un camión.
“Constantemente visito zonas escogidas por las personas para abandonar a sus perros cuando no los quieren más. Esta vez, debajo de los neumáticos de una gran gandola”, lamentó el voluntario.
Nunca imaginó la manera cómo encontraría al animalito. Lo cierto es que, al oír los tristes lamentos perrunos, se acercó a la enorme rueda y observó el rostro de la perrita apenas saliendo a través de una hendidura.
Desde el primer momento, la canina se mostró nerviosa y con mucho temor de salir. Temblaba cuando la agarraban, parecía que su corazoncito se le iba a salir del pecho. Como es natural en estos casos, en todo momento mostró desconfianza.
Sin embargo, con paciencia, dedicación, entrega a su trabajo, algo de alimento y, eso sí, el triple de amor y sensibilidad por los que más sufren, Taki logró atraer a la asustada peluda y ponerla a salvo.
A pesar de toda su larga experiencia en el área de salvamento de mascotas en situaciones difíciles, al verla tan delgada, el hombre no pudo evitar las lágrimas. Lamentó en ese momento y más que nunca, que siga habiendo personas que dejen tirados a los animales como si fuesen trastos inservibles.
Pero, como vemos, siempre hay personas en contra de este tipo de acciones, que dan la vida de ser necesario por rescatar y activarse en favor del bienestar animal. En verdad, no todo es tan malo, hay gente que reconoce a los perros como lo que realmente son: seres sintientes.
“Se veía que llevaba varios días sin salir de ahí. Seguramente fue dejado allí y al estar acostumbrado a un hogar no le era fácil relacionarse con otros canes”, añadió Taki.
Afortunadamente, el rescatador no cesó hasta lograr tener en brazos a la perrita, quien era solo piel y huesos. Desde ese día que la salvaron decidieron que se llamaría Luna y como la luna nueva, renació a una nueva vida sin dolor.
Ganó confianza en los humanos y en los demás perros. Se puede decir que comenzó a recorrer el camino hacia la felicidad, dejando tras de sí y para siempre las palabras desprecio, indignidad, humillación, tristeza y soledad.
Comparte esta historia con tus mejores amigos. Lo cierto es que, por fortuna, la pequeña Luna ya ha ganado bastante peso, se la ve robusta y, sobre todo, feliz, producto del cariño y el amor, que son el alimento principal. Luna espera encontrar un nuevo hogar, donde la valoren por siempre.