En ocasiones nuestras mascotas se comportan como verdaderos niños, por eso no es de extrañar que se conviertan en nuestros hijos caninos y los consentidos de la casa.
Los perros, especialmente, siempre nos divierten con sus curiosidades y en esta ocasión un hermoso cachorrito tiene derretida de amor a su dueña con su nuevo juego favorito.
Este can llamado Franklin se apropió de la silla de mamá y no pensaba devolverla.
Lindsay Dyer es la dueña de Franklin y como otras personas en el mundo ha hecho de su casa su oficina.
El teletrabajo se hizo común por la pandemia, pero resulta que el perrito no se acostumbra a que mamá esté en la casa sin que le preste atención o juegue con él un ratito.
Franklin es un chico muy consentido.
Resulta que en los últimos meses Franklin se convirtió en el perro más pegajoso que puede existir y no deja a Lindsay sola ni por un instante. Además, le encantaba molestarla cuando estaba trabajando.
«Cuando comenzó la pandemia, pasé mucho tiempo en el teletrabajo y más tiempo en mi silla tratando de escribir con un perro en mi regazo«, dijo Dyer.
Flanklin estaba decidido a quedarse con la silla de mamá, pero la mujer tuvo una idea mucho mejor para que ninguno saliera perdiendo.
“Vi que IKEA tenía una silla para niños que hace juego con la mía. Tenía la esperanza de que al conseguirle su propia silla dejara de robar la mía y fui a buscarla el primer día que la tienda volvió a abrir”, reveló la mujer.
Cuando Dyer volvió a casa con el mueble lo colocó muy cerca del suyo y además dejó el peluche favorito de Franklin sobre él para que el perrito supiera cuál era su nuevo lugar. Apenas lo vio, el can enloqueció y agradeció a mamá con una hermosa sonrisa.
«No hace falta decir que está muy contento. Es su lugar favorito en mi oficina», dijo Dyer.
Una vez estuvo instalado, el gato de la familia decidió que quería hacer del sillón su nuevo lugar favorito y se apropió de él. Por fortuna, el perrito no es para nada egoísta y ahora ambas mascotas disfrutan de la silla.
«Son mejores amigos y, a veces, enemigos. Comparten la silla, para gran disgusto de Bag. Pero constantemente se acurrucan en la silla o en cualquier cama que encuentran y no les gusta dormir sin el otro», dijo Dyer.
Mientras estos hermanitos de distinta especie se acurrucan mutuamente, hay alguien que está súper feliz con su compra y es la querida mamá humana pues ahora puede trabajar tranquilamente. Al menos parcialmente, ya que en ocasiones Franklin se interesa por la silla de su Dyer hasta que la mujer le recuerda cuál es su verdadero puesto.
En tiempos de pandemia las travesuras de nuestras mascotas suelen divertirnos, comparte en tus redes esta anécdota.