La historia de Belle y Bonnie es realmente especial. Estas dos vacas mestizas de 3 y 2 años de edad, respectivamente, viven en Mountain Horse Farm y han ayudado a muchas personas a superar sus problemas de ansiedad.
Suzanne Vullers y Rudi Vullers son los propietarios de estas vaquitas. Ambos han creado un programa llamado «Las caricias de las vacas», en las que aplican una singular terapia a las personas necesitadas de un poco de paz emocional.
Rudi junto a la pequeña Bonnie
Las caricias de las vacas es un programa que consiste en interactuar con los animales de la granja a través del cepillado, las caricias o las conversaciones sentimentales con los bovinos.
La experiencia es similar a la terapia equina, con una diferencia que cambia el juego: los caballos tienden a pararse e irse, pero las vacas se acuestan espontáneamente en el pasto, lo que permite a los humanos acercarse aún más y ofrecer un abrazo cálido.
Las vacas pueden transmitir mucha paz y soporte emocional
Suzanne y Rudi conocieron la terapia con vacas en su país natal: Holanda. Para familiarizar a los turistas con la vida campestre que caracteriza a los países bajos, las personas pueden pasar medio día en las granjas, interactuando con los animales y familiarizándose con sus cuidados.
La pareja de holandeses, que cambiaron su estilo de vida citadino para establecerse en el campo, adoptaron a Bonnie y a Bella en el año 2018. Las seleccionaron cuidadosamente, pues no todas las vacas son apropiadas para las terapias o para el contacto con humanos.
Rudi y Suzanne se inspiraron en proyectos similares de Holanda
Este par de adorables vacas tienen la particularidad de ser muy dulces, con una personalidad apacible y encantadora y, lo más importante: no tienen cornamenta y tampoco son agresivas.
Las sesiones de abrazos de vacas duran una hora y tienen un límite de dos por día, con un máximo de cuatro participantes por sesión. No es un zoológico de mascotas, Suzanne y Rudi también velan por la tranquilidad de Bonnie y Bella, que han sido criadas para vivir de la forma más natural y feliz.
Las sesiones junto a Bonnie y Belle son relajantes, emotivas y llenas de bienestar. Las vacas siempre son supervisadas cuando reciben la visita de los extraños.
Suzanne, por ejemplo, se encarga de cerciorarse de que sus niñas tienen el ánimo adecuado para compartir con desconocidos.
La dulce Bonnie en su estable
Suzanne ha sido testigo de reacciones de todo tipo: hay personas que llegan escépticas, cansadas de un largo viaje solo para interactuar con estos animales y al encontrarse con ellos, pueden revivir momentos realmente emotivos, que en ciertos casos los conectan con su niñez o juventud.
De eso se trata. Quizás no puedas llevar contigo una vaca a casa, pero pasar tiempo en compañía de estos seres es una experiencia digna de vivir y disfrutar.
Ahora que sabes que animales dulces y dóciles como Bella y Bonnie tienen un propósito de vida muy distinto al del resto de las vacas, ¿por qué no compartir su historia en las redes sociales?