La vida para los animales en cautiverio es una verdadera tragedia. Cada día miles de personas acuden a parques temáticos para ver a los delfines hacer acrobacias. Desde esos cómodos asientos, la gente no sospecha la dura vida a la que son sometidos.
El caso de una delfín llamada Ariel, es una muestra más de todo lo malo que sucede en esta industria.
Hasta ahora Ariel ha pasado 28 años en cautiverio.
Ariel nació en Marineland Dolphin Adventure, Florida. Nació en un tanque que es tratado con muchos químicos y desde entonces esa ha sido la única forma de vida que conoce.
Apenas alcanzó la madurez necesaria, Ariel dio a luz a primer bebé y desde entonces sus dueños decidieron que simplemente la utilizarían como una máquina reproductora.
Ariel fue usada para la reproducción cuando cumplió los 7 años de edad
Su primera bebé perdió la vida tan sólo días después. El asunto no se ha aclarado pero las investigaciones realizadas por PETA apuntan a que fue atacada por un delfín macho.
“Delfines como Ariel todavía están siendo preñadas, a veces por la fuerza y después de recibir sustancias estupefacientes”, reclama PETA.
Esto no es un caso aislado, los delfines no están acostumbrados a vivir en espacios tan pequeños así que el estrés y la ansiedad de encontrarse en esos tanques hace que desarrollen problemas de comportamiento.
“En la naturaleza, los delfines nadan hasta 90 kilómetros por día y se sumergen a profundidades de 450 metros. En cautiverio los tanque son tan pequeños que los pobres se vuelven frustrados y agresivos”, asegura PETA.
Más adelante, Ariel fue trasladada a SeaWorld, Orlando. Allí la forzaron a dar a luz cinco veces más. La pobre no podía compartir con sus pequeños más que un par de horas.
Cuando daba a luz, inmediatamente eran separados y en muchos casos las crías no lograban sobrevivir por falta de atención médica.
La segunda bebé de Ariel, era endogámica: su padre y el de Ariel eran el mismo delfín.
Durante este tiempo, los defensores de animales protestaron una y otra vez por la vida que llevaba Ariel.
Se trata de un animal inocente que ha tenido que pasar toda su vida como una máquina de reproducción y como una fuente de entretenimiento para los turistas.
Los animales que permanecen cautivos no cuentan con atención veterinaria y cada vez que son trasladados lo hacen sin cumplir con las normas de seguridad.
“Queremos que se elabore un plan firme para liberar a todos los animales en santuarios costeros lo antes posible. Hay que boicotear a todas las atracciones que explotan a los animales”, aseguró PETA.
Han pasado muchos años y es hora de que Ariel lleve una vida mucho mejor. SeaWorld y todos los parques acuáticos deben dar el importante y humano paso de dejar de trabajar con animales en cautiverio.
Es indignante saber que tantos animales inocentes sufren la misma suerte de Ariel. Hay que acabar con esto. Unamos la voz y compartamos esta noticia.