Detrás de una vitrina en una tienda de animales hay historias que se desconocen. El cliente se enamora de una mascota y el deseo de comprarla rápidamente para llevarla a casa rige la negociación.
Pero lo cierto es que en la mayoría de esas ventas opera una industria que “fabrica cachorros”, y quizás si las personas supieran lo que arrastra esta actividad comercial no la fomentaran.
Almira es una perrita de raza Alabai, Pastor de Asia Central, fue encontrada en un lugar desolado cerca de algunos garajes en la ciudad de Nalchik, en Rusia.
Estaba casi irreconocible, plagada de enfermedades, con manchas en la piel expuesta con heridas abiertas y supurantes.
Esta pobre perrita había sido usada en un criadero, tenía el útero caído por tantos embarazos a los que fue sometida. Estaba desnutrida, solo pesaba 29 kilos cuando lo normal para los perros de su raza es un peso de 45 kilos.
Almira estaba rendida y sin esperanza, pareciera que solo estaba esperando dar su último suspiro. Por suerte, su vida cambió y tuvo una segunda oportunidad de vivir.
Las hembras confinadas en los criaderos solo las usan para parir, no las dejan descansar, son sometidas a reproducirse constantemente sin atención médica y sin cuidado.
La dieta que reciben es para que sus ciclos reproductivos no se vean alterados. Cuando pierden la capacidad de reproducción son desechadas como un objeto viejo e inservible.
Almira, como fue bautizada por los rescatistas que la encontraron, fue trasladada inmediatamente a un centro médico para darle atención médica.
El pronóstico no fue nada alentador, su estado era crítico y las probabilidades para sobrevivir eran muy pocas. Fue necesario trasladarla a Moscú porque en Nalchik no contaban con los medios para salvarla.
Antes de su viaje los residentes locales reunieron a sus cachorros para donar sangre.
Después de varias intervenciones Almira comenzó largo proceso de recuperación.
Al principio esta perrita estaba aterrada y se negó a recibir ayuda, tampoco quería comer, pero con el tiempo los voluntarios se ganaron su confianza y ella poco a poco comenzó a recuperar sus fuerzas.
Para el personal fue un buen presagio cuando el personal notó que ella estaba meneando su cola.
Su recuperación fue un proceso muy inestable, fueron meses en los que progresaba y retrocedía, pero el personal nunca se dio por vencido, siempre le dieron los cuidados y el amor que necesitaba.
Después de tres meses Almira estaba prácticamente irreconocible.
Esa perrita débil con heridas infectadas y una triste mirada se convirtió en una orgullosa sobreviviente que aún tiene un largo camino por recorrer, pero que vive más tranquila y feliz.
Almira ya está aislada, ahora vive con otros seis cachorros en el refugio, y el personal está buscando una nueva familia que entienda que ella necesita supervisión y apoyo de un veterinario debido a sus problemas persistentes de salud.
Comparte la emotiva historia de Almira, deseamos que logre encontrar un hogar que la ame y respete donde ella pueda pasar el resto de su vida.