Cada vez que sabemos de un caso donde los perritos son tratados injustamente nuestro corazón se entristece. Como amantes y defensores de los animalitos no podemos tolerar casos de maltrato, lo que más deseamos en que cada perrito del mundo sea tratado con amor y respeto.
Algo que es posible si todos tomamos conciencia y nos motivamos a cambiarle la vida algún perrito en condición de calle o que espera en algún refugio para ser miembro de una familia.
PETA lucha constantemente por defender los derechos de los animalitos.
Por suerte, existen muchas organizaciones que velan por el bienestar de los animalitos y hacen lo posible por transformar sus vidas.
Cora era una de esas perritas que tenía una vida de tormento y miseria, durante mucho tiempo vivió encadenada soportando el sol inclemente y las bajas temperaturas.
Cora es una perrita mixta blanco con negro.
Los trabajadores de PETA por mucho tiempo estuvieron visitando a la adorable Cora, le llevaban comida, agua fresca y una pequeña colcha para que encontrara algo de consuelo.
Tras varios años de luchar por la custodia de la perrita, finalmente lograron quedársela y brindarle toda la comodidad y el amor que necesitaba.
La dulce perrita era una de los cinco cachorros que también estaban encadenados.
Cora, o corita como le dicen sus rescatistas tenía algunas lesiones que debían ser atendidas urgentemente.
Por pasar tantos años encadenada tenía una herida abierta en su cuello, esto fue más que una evidencia para demostrar el trato injusto que recibía la perrita y tener su cuidado permanentemente.
Cora estaba llena de garrapatas y con algunas laceraciones en su piel.
Fue necesario varios meses de atención especial y cuidado constante para que la perrita diera un cambio significativo.
Cora vivió mucho tiempo sumergida en el dolor y la tristeza, era necesario no solo cambios físicos sino emocionales. Con la ayuda de expertos y voluntarios la dulce perrita fue revelando su alegre personalidad.
Cora recibió antibióticos tópicos y una alimentación a bases de carbohidratos.
Tas varios meses de entrenamiento y educación, finalmente Cora estaba lista para la adopción. Algo que agitaba de alegría a quienes fueron testigos de su increíble recuperación.
Tras llegar a su nuevo hogar no dejaba de saltar de alegría.
No pasó mucho tiempo para que una familia se interesara en ella y le diera todo el amor que se merece. La alegría de Cora fue tan genuina y tierna que al llegar a su nuevo hogar no paraba de saltar y mover su colita de infinita alegría.
Ahora disfrutar correr por la casa y llenar de besos a su nueva familia.
Cora ahora es la consentida de la casa, disfruta de la libertad de un hogar y amor incondicional de una familia que cada día se empeña en hacerla sentir realmente especial.
Todos los perritos merecen una segunda oportunidad, Cora la está disfrutando felizmente al lado de las personas que más ama.
Ningún perrito merece vivir encadenado. Comparte la nota en tus redes y sigamos luchando para ser la voz que defienda a los animalitos. Ellos no están solos y el mundo debe saberlo.