En distintas partes del mundo se ven todo tipo de aves, perros y gatos hacinados en espacios detestables. Comen (si es que los alimentan) y duermen en el mismo sitio donde hacen sus necesidades, sin importar su tamaño, esperando a poder tener un hogar.
Incluso se sabe de animales en esta situación que terminan devorándose entre ellos, y cuando ya no se les necesita son dejados aún vivos en la calle o en los tanques de recolección de la basura. Incluso hay gente sin corazón que los toma como su mercadería desechable, que expira en sus jaulas cuando ya no es rentable.
En la ciudad de Izumo, Japón, un grupo importante de perritos fueron hallados en la más absoluta miseria, dentro de una residencia de apenas 30 metros cuadrados.
El lugar estaba sucio, con el suelo cubierto de excrementos. El olor que emanaba del lugar era tan nauseabundo que apenas si se podía respirar. De acuerdo al grupo de animalistas locales que acudió al sitio de los hechos, este es uno de los casos más graves de encierro animal que se hayan presentado en el país del Sol Naciente.
Al recibir la llamada anónima de alerta, la Policía se presentó por segunda vez en el sitio que equivaldría a un apartamento de un solo ambiente.
Ahí convivían nada menos que 164 caninos en total anarquía e insalubridad.
Ya hace siete años que la policía visitó el lugar producto de las primeras denuncias, sin embargo, en esa ocasión el dueño del apartamento no les permitió el acceso. Ahora, en cambio, la situación fue muy distinta.
“Logramos poner a salvo a 164 perritos que estaban literalmente apilados uno encima del otro, en un recinto de apenas 30 metros cuadrados de superficie”, señalaron las autoridades.
De acuerdo a lo informado por el grupo animalista Dobutsukikin, la acumulación de mascotas en esta residencia fue descubierta el mes pasado, después de que varios vecinos del sector se quejaran por el ruido y el mal olor. Y es que, claro, ¿qué podían hacer los pobres perros, uno encima del otro y prácticamente sin poder moverse?
“El piso completo estaba lleno de perros, en las repisas, estanterías y los muebles, y se podía ver que todo el espacio del suelo estaba cubierto de excrementos”, describió uno de los voluntarios.
La casa se encontraba habitada por tres personas, quienes se excusaron con los oficiales argumentando no tener los medios económicos suficientes para pagar la esterilización de las perritas hembras, por lo que siguieron criando cachorros hasta que el número de peludos se volvió astronómico.
Sin embargo, esta vez los responsables accedieron de buena gana a entregarlos a la organización Dobutsukikin, quien se encargará de gestionar todo lo necesario para proporcionar a estos animalitos el cuidado médico necesario, antes de reubicarlos en hogares adoptivos definitivos.
Comparte esta historia para levantar la voz y crear conciencia. Es necesario de una vez por todas que el mundo entienda que todos los animalitos sin importar su especie son seres vivos sintientes. Situaciones de negligencia como estas son imperdonables.