Cuando éramos niños, muchos soñábamos con ser veterinarios. Pasar el día entero conociendo peluditos y ayudarlos a sentirse mejor puede sonar como el trabajo ideal. Sin embargo; Tracy Lee Richardson nos recuerda que se trata de una profesión verdaderamente exigente y no siempre reciben el mejor trato por parte de los dueños de mascotas.
“Por favor: Sean amables con sus veterinarios. Nuestros trabajos son mucho más duros de lo que imaginan”, pidió Tracy.
Tracy es una veterinaria que decidió alzar la voz al contarnos la verdad sobre lo duro que resulta el día a día de quienes se dedican a velar por la salud de los perritos.
“Normalmente publico imágenes de cachorros. Muchos de ustedes pensaran que todo en mi trabajo son mariposas y arcoíris. Pero la verdad es que es todo lo contrario”, dijo Tracy.
Una de las partes más duras de ser veterinario, es tener que sacrificar a los perritos mayores cuando su estado de salud es muy grave. Es una decisión muy difícil que se toma en junto a la familia del peludito y en ocasiones es la única opción para ayudar a nuestras leales mascotas a partir sin tanto sufrimiento.
Tracy vive en la ciudad de Kalada en Ohio.
Se trata de un momento muy doloroso que también afecta a los veterinarios pero ellos tratan de dar lo mejor de sí para brindar a la familia el apoyo que tanto necesitan.
“Hoy tuve que decir adiós a un perro muy enfermo. Durante el proceso sus familiares cantaron una canción que habían escrito para el perro. Me senté con ellos y lloré sin parar”, explicó Tracy.
La mayoría de los veterinarios logran hacer una conexión personal con cada uno de los perritos que llegan a su consultorio. Decir adiós puede resultar especialmente duro porque lo intentaron todo y se sienten responsables de no haber logrado salvar sus vidas. Tracy ha aprendido a permitirse sentir las emociones pero sólo puede hacerlo por unos minutos.
“La peor parte es cuando tengo que terminar de llorar en el baño y prepararme para el siguiente perro”, se lamentó Tracy.
Muchas personas no están al tanto de lo duro que resulta lidiar con la partida de un animal. El trabajo de un veterinario es tan difícil que las estadísticas aseguran que tienen muchas más probabilidades de quitarse la vida en comparación con el resto de la población.
“Amo mi trabajo. No me arrepiento de haberme convertido en una veterinaria pero hay días que simplemente apestan”, segura Tracy.
Son personas que han debido pasar por años de estudios muy exigentes, deben enfrentar las deudas universitarias y por si esto fuese poco; se encuentran con un agotador carrusel de emociones cada día en su trabajo.
La reflexión de Tracy debe llegar al mundo entero para que podamos valorar y agradecer al máximo la labor de todos los veterinarios. ¡Comparte!