Los criadores ilegales de perros, muchas veces esconden una red de abuso y explotación, por lo que es muy importante saber cómo identificarlos y detenerlos. Y es que, pocas cosas son más satisfactorias que poder sacar a un perrito o cualquier otro animalito de la barbarie a la que son sometidos en estos centros.
El caso de la perrita Maya, de raza husky siberiano, da cuenta de los niveles de inhumanidad que existen. Hasta hace cinco años vivió obligada y explotada en una de estas “fábricas” de cachorros ubicada, esta vez, en la localidad de Goiânia Brasil. En ese lugar infame la forzaban a reproducirse con fines de lucro.
La arbitrariedad y el nivel de atropello que sufrió Maya por parte de estas personas fue tal, que la pobre terminó severamente lesionada y sin poder moverse por su cuenta.
Esto fue lo que llevó a esta gente fría, cruel, sin sangre en las venas, a tratar de deshacerse del animalito dándole veneno para ratas, una vez consideraron que ya no les era rentable, así, como si de un trasto viejo e inservible se tratase.
Como por efecto de un milagro, finalmente la historia de Maya llegó a oídos de Rayssa, una mujer oriunda de la zona quien fue informada del caso por un colega animalista. De inmediato, decidió ir a visitar a Maya con la intención de poder llevársela a casa. Rayssa, terminaría por convertirse en la persona indicada.
“Llegamos y ahí estaba ella, totalmente herida. Se bebía su propia orina y se comía sus heces, una escena que me rompió el corazón”, comentó Rayssa
Según cuenta la solidaria y sensible mujer, la experiencia de haber visto a Maya en esa jaula asquerosa e indigna fue una de las más impactantes de su vida. Dice que, a pesar de que logró rescatar a la perrita, ese será un día que jamás olvidará.
Gracias a los cuidados cariñosos de Rayssa, así como del grupo de médicos veterinarios que curaron sus tremendas heridas, hoy en día Maya corre feliz a todos lados con su silla de ruedas. A pesar de su discapacidad, en cada carrera aprende realmente lo que es vivir bien, de verdad.
“Pocas cosas son tan reconfortantes como rescatar a un animal de la calle y darle un hogar definitivo y cariñoso, más aún cuando tienen algún problema médico o vienen de contextos en donde fueron abusados y violentados”, añadió Rayssa.
La mujer también dijo que, tras el rescate se quedó durante dos días seguidos al lado de la perrita, ya que se encontraba demasiado débil. Rayssa tenía temor de que si la dejaba sola no resistiera.
Sin embargo, aseguró que, al verla a los ojos sintió tranquilidad, ya que la luz que emanó de ellos le hizo entender que Maya era más fuerte de lo que parecía y que no se daría por vencida tan fácilmente.
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Si bien Maya estaba un poco distante y cautelosa con Rayssa, al principio, al poco tiempo la perrita adquirió confianza y comenzó un tratamiento intensivo para recuperarse física y psicológicamente del abuso al que fue sometida por espacio de aproximadamente un año y medio.
Se adaptó de inmediato a su nueva silla de ruedas y a su realidad. Es feliz y, lo más importante, su libertad y su derecho a la vida se consolidaron, tal como dice su nueva mamá humana.
Comparte la historia de Maya con tus seres queridos. Hoy en día es una perrita sana y muy amada por su familia. A pesar de sus lesiones, es miembro fundamental e indiscutible del clan que la ayudó a mantenerse con vida.