El caso del cachorro de león Simba, que con sólo meses de vida, fue obligado a vivir un «un océano de dolor ocasionado por parte de los humanos», estremeció al mundo entero.
Un despiadado y perturbado fotógrafo le rompió las patas con el sólo fin de que no pudiera escapar de los selfis con turistas. Pero eso no fue todo, fue víctima de los peores tratos, cuando ya no les era útil lo dejaron encadenado en un granero abandonado a su suerte, al borde de la muerte, con terribles lesiones que las tendrá de por vida y con un largo camino de recuperación a sus espaldas. Puedes recordar su triste historia aquí.
Las escenas tuvieron lugar en la ciudad balneario rusa de Izberbash, a orillas del Mar Caspio
La desgarradora historia llegó a oídos del veterinario Karén Dalakián, director de una protectora de animales de Cheliábinsk, que puso en marcha un dispositivo de salvamento sin precedentes y viajó 2.500 kilómetros para rescatar al cachorro.
Simba fue localizado en la región de Daguestán el 24 de marzo, y su caso se volvió tan mediático causando una indignación generalizada que el propio presidente Vladímir Putin, dio indicaciones expresas de dar con los culpables y que paguen por su crueldad.
“Cuando lo encontramos estaba en una situación lamentable. Además de sus fracturas, desnutrición y brutales heridas, tenía un cuadro intestinal grave», cuenta el veterinario.
Afortunadamente, ya la primera noche se encontró con un alma bondadosa, el dueño de un hotel 4 estrellas, que le permitió alojarse con el cachorro para que pudiera recibir las primeras atenciones básicas para salvarle la vida.
Después tuvo que sortear una serie de dificultades agravadas por el coronavirus (aeropuertos cerrados, las normativas de las aerolíneas, trámites engorrosos). Pero increíblemente, todos parecían haberse sensibilizado tanto con la historia de Simba, que como un milagro sólo empezó a tener nada más que facilidades para lograr la ansiada recuperación del cachorro.
«Todos estaban alertados de que transportábamos a un animal muy enfermo y nos dejaron entrar en las zonas cerradas para los pasajeros porque cada movimiento causaba un gran dolor al cachorro. Aeroflot incluso compró carne fresca para darle de comer”, relata Dalakián.
En cuestión de días, los corazones solidarios que se sumaron se contaban por decenas: voluntarios, rescatistas, agencias de viajes, periodistas, y un largo etcétera, todos se aseguraron de propiciar las condiciones para que Simba viajara lo más cómodo y no muriera en el camino.
Después de todos los esfuerzos, y una vez empezada su rehabilitación, el pequeño dio sus primeros pasos:
“Es una suerte que era un cachorro, por eso sus huesos cicatrizaron y ahora ya puede saltar”, dice Dalakián, orgulloso.
Dalakián ha documentado el progreso del pequeño en Instagram, y si bien queda un largo camino por recorrer, sus pequeños avances han emocionado y devuelto la esperanza a todos los que han seguido tan de cerca su historia.
Simba vuelve a ser el bebé feliz y libre que siempre debió ser, tras ser separado de su madre ahora se aferra a su peluche favorito de la forma más tierna que conmueve:
El lunes, Simba cumplió un año. Y un diputado le llevó una “tarta de carne” con una velita.
En las imágenes se ve cómo el cachorro hinca su diente, feliz. Ahora, Dalakián busca un sitio adecuado para el león. Está en conversaciones con un centro de rehabilitación de leones en un país africano que prefiere no revelar.
Sobre los culpables, lamentablemente hasta el momento no han sido identificados. Sólo se sabe que Simba estuvo en manos de traficantes de animales que se dedican a explotarlos con el turismo y a venderlos. Es común que les rompan las piernas para que no escapen.
Los activistas, por su parte, exigen una línea de investigación penal, no sólo quieren que Simba se recupere, sino que los canallas paguen por tanta atrocidad y no las sigan cometiendo con otras criaturas inocentes.
Al menos este caso ya les pone sobre aviso a los desalmados y saben que la próxima vez no lo tendrán tan fácil. Pero quienes sí podemos erradicar de una vez por todas esta barbarie somos los demás, solamente cuando los turistas utilicen sus neuronas y piensen en la tortura que hay detrás de una selfi, esto habrá terminado. Punto final.
Nos alegra que esta durísima historia esté teniendo un esperanzador desenlace gracias a la suma de tantas personas que han decidido no pasar de largo. Comparte para exigir a las autoridades que no claudiquen y que se haga justicia, una atrocidad de semejantes dimensiones debe ser castigada sin clemencia.