De toda la extensa variedad de mascotas que nos ofrece la vida para compartirla, nadie más fiel que un perro. Estos seres increíbles no hacen más que exudar su Luz para todo aquel privilegiado que tenga a bien contar con ellos. Por eso, cuando se van, todo se nubla.
La historia de Mohamed, también conocido como Momo, es la historia de un amor más allá de la muerte. Se trataba de un hombre sin hogar, quien vivía en la estación Ampère de Lyon, en el Metro de Francia.
Se dice que entró en pánico y la desesperación se apoderó de su ser, después de enterarse de que su querido amigo fiel de cuatro patas, Guizmo, había desaparecido. La profunda pena le causó a Mohamed la muerte. Sin embargo, el animal volvió misteriosamente al día siguiente de su deceso a la estación. Estaba vivo.
Hoy en día, existe en la misma estación una placa conmemorativa que lo recuerda, y el can acude todos los días sin falta a visitarla. Y es que, está demostrado que no existe en el mundo nada ni nadie más fiel que un perro. Ellos solo saben entregar amor y compañía.
Fueron diez años de felicidad compartida entre ambos. A lo largo de una década se acompañaron en las calles de Lyon. Desafortunadamente, un aciago e infortunado día el perrito se evaporó, desapareció sin dejar rastro, dejando totalmente desconsolado a Mohamed, quien murió arrollado en las vías del tren.
Hasta el momento, no se sabe con certeza la manera cómo fue que ocurrieron los hechos. Lo cierto es que el amoroso canino apareció ileso, y hoy visita el memorial de su antiguo cuidador.
Fue allí, en la estación Ampère de Lyon, en el Metro de Francia, donde Mohamed y Guizmo se conocieron y se volvieron inseparables durante casi toda una vida de aventuras y sueños compartidos.
“Les fue imposible separarse. Su perro lo era todo: su padre, su mejor amigo, su hijo”, contó a los medios Hachaane, una persona muy cercana a Momo.
Lamentablemente, la hermosa y larga amistad que había entre ellos se terminó al desparecer el animalito, presuntamente, producto de un robo. El vagabundo se quedó desolado. Guizmo era su único amigo y, al perderlo, su corazón no soportó el dolor de la pérdida y se abandonó hasta dejar de latir.
“Mohamed quedó solo, a la deriva. Su fiel amigo, la única compañía que tenía en su vida, desapareció en un dos por tres”, añadió Hachaane.
La tragedia sucedió el pasado 23 de febrero, cuando Momo, de 56 años de edad, murió atropellado por el metro. Se dice que, para el momento del hecho, el hombre se encontraba ebrio, desencantado de la vida que le quitó a su mascota.
Otras personas aseguran, en cambio, que simplemente Mohamed estaba desesperado. Había buscado a su perro, pero todo fue en vano. Ya no comía, ya no hablaba y bebía mucho. Al final, descansó.
Hachaane se hizo cargo de Guizmo, entendiendo la situación. Momo era su mejor amigo. Era lo mínimo que podía hacer para honrar su memoria. Así fue como Hachaane se decidió a colocar la placa conmemorativa en la estación donde vivía este hombre noble, sin hogar, para que todos conozcan está historia de amor verdadero.
Comparte esta tierna historia de eterna amistad con tus seres queridos. Por el momento, Hachaane espera recaudar fondos y así poder comprar una losa de mármol, para continuar rindiendo tributo en vida al viejo y querido compañero de Guizmo.