La guerra es, sin lugar a dudas, el evento traumático más severo, el acto de mayor violencia en gran escala generado por la raza humana. Richard Mearns, es un médico veterano de guerra que fue diagnosticado con trastorno de estrés postraumático (TEPT), luego de su experiencia vivida en combate.
Dicho trastorno emocional constituye una seria amenaza a la integridad física de este hombre de 38 años que revive y reexperimenta una y otra vez la pesadilla del campo de batalla que lo devasta emocionalmente, le genera temor, desamparo y horror.
Richard y Ziggy
Para acompañar su viaje hacia la recuperación, Richard se unió a Ziggy, un inteligente perro labrador de servicio, para ayudarlo a reducir los niveles de la hormona del estrés, el cortisol.
Richard y Ziggy siguieron juntos con la intención de hacer una vida normal hasta que el jueves 21 de noviembre pasado, al intentar ingresar a un restaurante indio en el centro de la ciudad de Londres, Inglaterra, fueron rechazados y obligados a salir, ya que, en el sitio, no se permiten animales.
El fiel Ziggy ayuda a Richard a controlar su ansiedad
El hecho, además de avergonzar al ex oficial de las fuerzas armadas, le generó una gran ansiedad ya que, incluso después de haber explicado a los miembros del personal el por qué necesitaba su Labrador Ziggy con él en todo momento, estos insistieron en que se fuera.
“Me sentí humillado y discriminado por mi condición”, dijo Mearns.
El hombre, sumamente abatido, tomó a su compañero y ambos se fueron a un restaurante tailandés ubicado justo al lado que los recibió con los brazos abiertos. Sin embargo, su noche ya había sido arruinada y Ziggy tuvo que trabajar duro para calmarlo.
Ziggy es el responsable de que Richard lleve una vida más o menos ordinaria luego de su diagnóstico, realizando una multitud de tareas terapéuticas que mejoran su calidad de vida, tales como despertarlo de maneras diferentes de los flashbacks que lo aturden en el medio de la noche, desde quejarse hasta saltar sobre él.
No es la primera vez que algo así les sucede a Richard y Ziggy. En otra ocasión, en un restaurante independiente, el personal también se negó rotundamente a dejarlos entrar, lo que provocó que Richard se fuera directamente a casa sin comer, ya que, ese día justamente su salud emocional no estaba en su mejor momento y decidió evitar un ataque de ansiedad.
“No necesito estrés adicional, a veces puede llegar a ser todo un desafío llevar a cabo tareas que, para otros serían normales del día a día”, agregó el médico.
Richard continúa sufriendo recuerdos retrospectivos de su paso por Irak en 2003, y Ziggy sigue acompañándole como su mano derecha en el largo camino hacia la sanación, ofreciendo charlas motivacionales con la esperanza de poder ayudar a otros pacientes de su misma condición.
Independientemente de los beneficios terapéuticos de tener un perro de servicio, la sola interacción de los humanos con los animales genera una reducción de la ira, del enojo, de la ansiedad; se duerme mejor, se vive mejor cuando nuestros hermosos compañeros del reino animal están a nuestro lado.
Comparte esta historia de amor y superación con tus seres queridos, seamos inclusivos con quienes ya la han pasado bastante mal en la vida y respetemos el papel que juegan sus compañeros de vida, los animales, en su recuperación.