Los humanos crearon la tendencia de obsequiar o comprar animales para tenerlos como mascotas o incluso animales de granja, pero no todos tienen la responsabilidad suficiente para hacerse cargo de un animal y los cuidados que estos necesitan.
El abandono animal es otra forma de maltrato y más si lo dejan sufriendo tal como lo hicieron con esta cerdita llamada Hannah, que tenía 11 años en la misma familia y nunca salió de su establo. Las pezuñas eran tan largas que no podía caminar sin llorar, nunca recibió ni el afecto ni los cuidados que merecía.
Afortunadamente, hay santuarios que se encargan de inspeccionar ranchos o recopilar historias sobre animales que necesitan su ayuda, y uno de ellos es la organización fundada por Carla Reilly Moore, Happy Tails Farm Sanctuary.
A la organización de Moore llegó una llamada de otro santuario amigo, Ralphy’s Retreat Sanctuary, una organización que se encarga a rescatar a cerdos barrigones y conocían la historia de la cerda Hannah que se encontraba en la Sociedad Humana de Sarnia, después que los anteriores dueños fueron acusados de negligencia en los cuidados de Hannah y fueron detenidos.
Hannah tenía muy pocas posibilidades de ser adoptada debido a su edad y Moore puso las manos a la obra para que esta cerda tuviese una mejor vida y decidió adoptarla junto a su esposo. Happy Tails Farm Sactuary se encuentra en Kingston, Ontario, en Canadá y tuvieron que recorrer una carretera de 5 horas para llegar al albergue de Sarnia, Ontario.
Lo primero que hicieron al regresar a casa fue cambiarle el nombre, para hacerle notar el cambio positivo que estaba teniendo su vida, y la llamaron Anna. El santuario será su hogar para siempre, y a Carla no le preocupa ni las facturas de sus necesidades médicas ni tampoco cuánto tiempo esté con ellos, lo único que quiere es que sus días sean mejores.
Al principio, Anna le temía a los demás, no quería que se les acercaran ni los humanos y tampoco los animales de la granja; al notar la incomodidad de la cerda, Moore fue por una manta y arropó a Anna y estuvo con ella, vigilante de sus sueños, manteniendo a todos los demás animales curiosos fuera del alcance de la cerda y así lograr que Anna se adapte a su nuevo hogar.
«Este es el lugar de Anna”, Carla le dice a una de las cabras pidiéndole que respete el lugar de la cerdita.
En la página del santuario se encuentran muchos vídeos sobre los animales que allí conviven, pero sin duda Anna es una de las protagonistas.
Esperamos que estos casos de negligencia no sucedan nuevamente y las personas entiendan la responsabilidad, cariño, afecto y disposición que se le debe tener a un animal.
La vida de los cerdos en Happy Tails Farm Sanctuary, ¡la nueva familia de Anna!
Si asumimos el cuidado de un animal, nunca debemos dejarlos en el abandono. ¡Comparte y denuncia este tipo de maltrato!