La tristemente célebre ciudad de Chernóbil, en Ucrania, Rusia, acaecida en el año de 1986, jamás será olvidada. Aquel desastre nuclear de proporciones bíblicas, hizo que muchas familias dejasen atrás, no solo a sus hogares, sino también a sus mascotas.
Esta es la historia de un trabajador de la zona de Exclusión de Chernóbil, a quien llamaremos Bogdan y no por su nombre real. No pasaría mucho tiempo para que este hombre se percatase de lo que le esperaba. Su nueva responsabilidad incluía a algunos compañeros bien particulares.
Se trata de una jauría de perros considerados “radiactivos”, a quienes debe cuidar. Bogdan se encuentra en su segundo período de trabajo en el aislado lugar, de modo que ya ha establecido una relación bastante cercana con los peludos.
El promedio de vida de estos perritos es de 5 años
No todos los perritos tienen nombre. Algunos de ellos permanecen socializando con otros, sin embargo, otros se encuentran separados del resto. Eso sí, todos deambulan a sus anchas, mientras Bogdan junto a otros celadores les procuran alimento, un techo donde refugiarse y una relativa atención médica.
“Desde mis inicios como guardia de control en Chernóbil, he compartido mi vida con este grupo de perros de quienes me he encariñado”, aseguró Bogdan.
El guardia es también el encargado de sepultarlos cada vez que uno de ellos fallece. Todos los animales que habitan en Chernóbil son hijos y abuelos del desastre nuclear de mediados de los años ochenta, en el que un fatídico 26 de abril explotase el reactor número 4 de la Central Nuclear rusa.
Las historias oscuras de muerte y desolación que sobrevendrían a continuación, fueron incontables. Como se sabe, decenas de miles de personas fueron obligadas a evacuar el área de la ciudad ucraniana de Pripyat, y se les emplazó a salir solas sin sus mascotas.
Por otra parte, la indigna metralla soviética cobró la vida de muchos de estos animales desolados, en su intento por evitar la propagación de la contaminación. Por fortuna, algunos de los perritos lograron esconderse y sobrevivieron, para así perpetuar el número de animales que existe en la actualidad en Chernóbil.
“Calculo que la población de caninos que vive bajo nuestros cuidados, ronda los 900 ejemplares”, añadió Bogdan.
Alpha, Tarzán, Sausage, son el nombre de alguno de los bautizados por los guardias
Se trata de los descendientes de esos sufridos perros, habitantes de una ciudad inerte, quienes deben experimentar una tensa relación con otros animales que también vagan por la zona, tales como zorros, lobos y caballos, entre otros.
Sin embargo y afortunadamente para estos perritos víctimas del desastre, hombres como Bogdan y sus compañeros, han sido capaces de mostrar compasión y brindarles cariño y los cuidados que les fueron negados solo por ser animales de cuatro patas.
Comparte esta historia con tus familiares, amigos y seres queridos, a 35 años de la conmemoración de uno de los días más trágicos y tristes de la Historia Universal contemporánea, estos animalitos siguen siendo víctimas silenciosas.