Si bien es cierto que en la actualidad las mujeres ocupan cada vez más lugares en ámbitos antiguamente dominados por los hombres, la lucha por la igualdad de género sigue siendo tan pertinente y necesaria como lo fue siglos atrás. Aún hoy, la discriminación, el odio, la violencia y la subestimación hacia la mujer continúan siendo una realidad en muchas partes del mundo.
Tal como ocurre en la República Democrática del Congo, donde la desigualdad de género sumada a las escasas posibilidades de empleo han constreñido a la mujer a la idea de que solo debe ocuparse de su marido, la casa y los niños. Pero este no es el caso de Jolie Kavugho Songya y otras tantas mujeres que trabajan en el Parque Nacional Virunga, arriesgando su vida diariamente, para resguardar la vida de los pocos gorilas de montaña que quedan en el mundo.
A los 9 años, Jolie Kavugho Songya ya había tomado la decisión: quería crecer para convertirse en guardabosques como su padre. Para ese entonces, la pequeña soñadora ni siquiera había visto un gorila en persona, pero estaba absolutamente convencida de que su trabajo sería proteger la preciosa población de simios del Congo de cazadores y paramilitares.
No obstante, había un pequeño obstáculo que se interponía en su camino: no se aceptaban mujeres en las filas de los guardabosques del parque. Como es de esperar, esto no fue motivo suficiente para desalentar a Songya: «Vengo de una familia de guardabosques», explica, «mi padre me enseñó que hay que trabajar duro y jamás dejar de intentar hacer lo que quieres hacer».
El Parque Nacional Virunga es el parque más antiguo de toda África.
Así que apenas los guardabosques del parque comenzaron a aceptar mujeres, en el 2014, Songya, quien para ese momento tenía 27 años, no dudó ni un segundo en enlistarse. Claro que entrar a las filas no fue tarea fácil, para ello tuvo que superar las pruebas más duras, demostrar que su cuerpo y su espíritu estaban listos para semejante misión.
Songya es una de las 27 mujeres que forman parte del escuadrón femenino de guardabosques del parque Virunga.
Ahora, con una AK-47 colgada en el hombro, esta mujer recorre las peligrosas instalaciones del parque, arriesgando su vida día tras día con el único objetivo de proteger los animales que allí habitan. Songyan conoce muy bien el riesgo que esto implica, pues su propio padre perdió la vida en pleno oficio este año, cuando se encontraba patrullando en una balsa en el momento en que una tormenta hizo crecer el río.
Un caro precio que Songyan está dispuesta a pagar si, de esa manera, puede ayudar a preservar la vida de los pocos gorilas de montaña que quedan en el mundo. Una tarea infinitamente plausible considerando que solo quedan 880 gorilas de esta especie y que la mayor parte de ellos se encuentra en el Virunga.
El Parque Nacional Virunga cubre 7800 km cuadrados a lo largo de la frontera de la República Democrática del Congo, entre Uganda y Ruanda.
Con su densa selva, sus dos volcanes activos, sus montañas nevadas, sus lagos y sus ríos, el parque Virunga es tan inmenso como hermoso. Sin embargo, este maravilloso tesoro natural se encuentra también en el epicentro del sangriento conflicto militar que ha estado causando estragos en el Congo desde hace dos décadas, y que ha causado un aproximado de 5 millones de muertes y obligado a otras 2 millones de personas a desplazarse.
«Al principio no creíamos que las mujeres pudiesen soportar el trabajo, pero luego vimos a la primera mujer intentándolo y quedamos fascinados», explica el jefe de la guardia.
A pesar del inherente peligro, Songya no tiene pensado dejar las filas de la guardia. «Mi hermano intentó entrar, pero no fue seleccionado. Lo intentó 3 veces. Mi familia dice que yo tuve suerte, pero la verdad es que trabajé mucho para estar donde estoy», explica la joven, quien se siente sumamente orgullosa de sus logros.
Songya espera que su ejemplo impulse a otras chicas a intentar convertirse en guardabosques. Ayúdala a regar la voz y comparte esta noticia con todos tus conocidos.