En un museo de arte de Japón tuvo lugar una exposición muy especial llamada “Gatos”. Como su nombre lo dice, se centró en mostrar varios piezas de arte inspiradas en estos felinos, pero tan solo unos días después esta exhibición demostraría que el arte puede cautivar tanto a humanos como a animales.
El museo está ubicado en la ciudad de Onomichi, Hiroshima, al oeste de Japón.
Como si se sintiera aludido con la exposición que lleva su nombre, un lindo gatito negro comenzó a intentar una y otra vez entrar al museo. Tal parecía que sentía mucha curiosidad por conocer aquellos gatos que estaban siendo exhibidos en el museo. Sin embargo, las normas de seguridad hacen que ningún animal pueda entrar allí; así que un vigilante se tuvo que dar a la tarea de impedir que el pequeño felino tuviese un día lleno de arte.
La exposición mostraba piezas del artista japonés Mitsuaki Iwago
El gato negro no teme enfrentar una y otra vez al guardia para entrar por la puerta principal del museo. Sin embargo, este pequeño estaba muy lejos de rendirse y siguió volviendo al museo tantas veces su ímpetu se lo permitía, a pesar de que nunca lograba su cometido.
El gato negro fue bautizado como Ken Chan por los vigilantes del museo.
Meses después, el gato negro decidió que quizás si trabajaba en equipo podría lograr entrar al museo, así que se llevó consigo a otro gato de la zona de color naranja. Los vigilantes ya están acostumbrados a las reiteradas visitas de los lindos gatitos, que desde hace dos años intentan entrar al museo.
El nuevo gato de colo naranja es conocido como Gosaku.
Los adorables gatos han sido tan insistentes, que han comenzado a conquistar el corazón de todos los trabajadores del museo. Siempre les brindan mucho amor; pero como las normas del museo siguen siendo las mismas, el diligente vigilante siempre se planta en la puerta para impedirles la entrada.
Antes de expulsar a los gatos, los vigilantes se permiten darles unas buenas caricias.
Sin embargo, los gatos no han fallado por completo en su cometido. Parece que no lograron entrar por la puerta grande, pero sí son muy tomados en cuenta en la tienda de regalos. Ahora que todo el mundo conoce el museo por ser el lugar en el que estos dos gatos intentan pasar una y otra vez, han usado a los gatitos en los diseños de su recuerdos.
“Suelen intentar pasar por la puerta dos o tres veces por semana desde hace dos años”.
Sin duda, estos gatos saben aprecian el arte y no se rendirán hasta lograr darle un buen vistazo a las exposiciones de este museo.
Te invitamos a compartir esta graciosa nota de unos gatos que no piensan rendirse.