Gato recupera la felicidad y el brillo de sus hermosos ojos, tras una dura vida en las calles

Un escurridizo gato con un aspecto alarmante, que revelaba la dura vida en las calles, ha logrado el milagro que siempre esperó de mano de una mujer cuyo corazón resultó más terco de lo que se imaginaba.

Todo andrajoso, con algunas lesiones y una mirada evidentemente triste, la criatura conmovió el corazón de una generosa mujer de Montreal, Canadá, llamada María-Eve. Cuando vio al gato deambulando sin sentido por el vecindario no pudo pasar de largo.

Así lucía el minino la primera vez que fue visto por la rescatista.

A leguas se notaba el duro pasado con el que cargaba el felino, que la primera vez que fue visto por María-Eve, hurgaba entre unos contenedores de desechos.

Como muchos animales callejeros en el mundo, el gato solo se alimentaba con los restos de comida que lograba pescar y las sobras que algún alma generosa se dignaba a proporcionarle.

Esa no es la vida que ninguna criatura merece.

María-Eve quería hacer algo por él e ingenuamente pensó que en ese mismo instante podría rescatarlo. Por desgracia, el asunto no estuvo más alejado de la realidad, el gato era bastante desconfiado.

Este minino no les tenía mucha fe a los humanos y cuando la mujer intentó acercarse, huyó de inmediato.

Por nada se dejaría atrapar o, al menos, eso creyó la criatura.

Con su pelaje cubierto de tierra y su cuerpo adolorido, el gato continuó vagando por la zona, así que ese día no fue el único en el que María-Eve se topó con él.

Decidida a ayudarlo, la mujer planeó ganarse su confianza a como de lugar.

La mujer planeó una serie de estrategias para atrapar al gato, pero los instintos salvajes y de supervivencia parecían siempre ganarle. Hasta que, tras casi tres semanas de intentos fallidos, el hambre pudo más que la inteligencia y las tripitas del animal traicionaron su astucia.

Por fin María-Eve logró atraparlo.

Aunque tenía todas las intenciones de atenderlo, esta buena mujer sabía que no podía hacerlo sola y recurrió a algunos refugios locales para que le brindaran una mano. No obstante, no obtuvo respuesta.

Frente a esa situación, María-Eve llevó al gatito a un veterinario privado.

Tras los estudios el animalito fue dado de alta y ella recibió las instrucciones para atenderlo en casa. Esa misma noche del rescate, el gato escurridizo recordó lo que era dormir debajo de un techito y rodeado del verdadero amor.

María-Eve le dio una cama cómoda al felino para que descansara y recuperara energías.

El gato, de unos cuatro años, se mostró tímido ante ese nuevo entorno pero había dejado su instinto de escapar. De algún modo, este señor bigotes comprendió que solo querían ayudarlo, además que afuera solo le esperaba el hambre y un inclemente invierno.

Huir de la casa hubiese sido su perdición.

Afortunadamente, los voluntarios del refugio de animales Chatons Orphelins Montréal, se enteraron del caso y decidieron ofrecerle su ayuda a María-Eve con los cuidados del gato.

Aunque el gato no presentaba ninguna enfermedad grave, su cuerpo desgastado por la mala vida que llevaba requería atención.

“Tenía algunas marcas de guerra, incluido un absceso en la mejilla. Sus orejas estaban congeladas, lo que indicaba que había pasado al menos un invierno al aire libre. Su rescatista le salvó la vida, ya que no habría sobrevivido a otro invierno allí fuera”, dijo Celine Crom de Chatons Orphelins Montréal.

En el momento en que los miembros del refugio lo conocieron, el gato mantenía su cabeza gacha y su desconfianza con el entorno era evidente. María-Eve había hecho todo lo posible por ayudar al felino pero por su bienestar decidió dejarlo en manos de los expertos.

«Estaba aterrorizado por todos los cambios. Le faltaban algunos dientes y sus orejas tenían cicatrices por congelación. Su vida errante debe haber sido muy difícil», dijo Celine.

gato

Lily, una voluntaria de Chatons Orphelins Montréal, se convirtió en la madre temporal para el gato al que decidieron llamar Marcel. Con experiencia en este tipo de casos, la mujer supo ganarse el amor del felino en cuestión de horas.

«Marcel se quedó dormido junto a su madre adoptiva. Fue un comienzo muy prometedor. Aunque se sorprendió fácilmente con algunos sonidos, con el tiempo comenzó a comprender que no había más peligro allí», dijo Celine.

Las siguientes semanas junto a Lily, Marcel logró salir de su caparazón y aumentó de peso. Al ser rescatado pesaba menos de 6kg y poco a poco fue recuperando volumen y energías.

«Tuvo un pasado difícil, así que los cambios le preocupan. Lleva parte de su pasado sobre sus hombros, pero gracias al amor y la atención que ha recibido de su hogar de acogida, Marcel realmente ha florecido», contó Celine.

La vida de este gato mejoró por completo y dos meses después de su rescate encontró un hogar definitivo: una pareja le abrió las puertas de su casa y de su corazón. Ahora Marcel es un animalito bastante mimado y sano, cuesta creer que sea ese gato triste y lesionado que Maríe-Eve rescató.

Todos tenemos la posibilidad de hacer algo por un animal indefenso, solo basta la determinación y el amor necesario.

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