No hay nada más adorable como contemplar a un bebé hacer la siesta, pareciera que nada malo les va a suceder y que su única preocupación en la vida es esa: dormir.
Y cuando esa adorable escena la protagoniza un indefenso animalito recién nacido, nos roba el corazón eternamente. Y aunque la naturaleza en muchas ocasiones nos haga verdaderos regalos permitiéndonos disfrutar de las especies en su hábitat natural, en otras vemos inquietantes situaciones que los propios animales ni siquiera son capaces de percibir el alcance del peligro que les asecha.
Tal como le sucedió al fotógrafo aficionado John Evered, de 52 años, quien capturó la más tierna y a la vez inquietante imagen de una foca bebé.
La pequeñita fue capturada mientras tomaba una reparadora siesta en la playa de Horsey, en Norfolk, Reino Unido.
Pero aunque a simple vista es una escena muy tierna de ver, algo muy angustiante reveló la imagen del fotógrafo.
La cría de foca descansaba con la cabecita apoyada sobre una botella de plástico apenas pocos días después de haber nacido.
El indefenso animalito todavía tenía el cordón umbilical adherido y usaba la botella como si fuera una almohada.
Parecía felizmente inconsciente de los peligros que el plástico representa para su especie y para otros animales a causa de la irresponsabilidad del ser humano que inconscientemente arroja desperdicios al mar, sin percatarse de las graves consecuencias. ¡Esta es una de ellas!
«Fue una vista increíble. Había cientos de focas por toda la playa», dijo John Evered.
El sello gris es el más grande de las especies que se encuentran en el Reino Unido, y han podido ser vistos flotando en las aguas que rodean las Islas Británicas.
Las focas grises, conocidas científicamente como Halichoerus grypus, son grandes mamíferos que pasan la mayor parte de su tiempo en el mar, donde se alimenta de peces pequeños. Se distinguen de las focas comunes por el perfil recto de su cabeza, fosas nasales bien separadas, y menos puntos en el cuerpo, carecen de orejeras externas y tienen hocicos grandes.
También suelen descansar en las rocas y playas, donde permanecen organizando su comida antes de regresar al mar para su próximo recorrido.
Otro motivo por el que se las puede ver en tierra es porque darán a luz a sus crías. Los bebés nacen entre los meses de septiembre y diciembre y permanecerán en tierra hasta que hayan perdido su pelusa, hayan adquirido peso y ya puedan cazar por sus propios medios.
Las redes no tardaron en reaccionar a la impactante imagen, y aunque la escena no deja de ser adorable, mucho más inquietante es el hecho de que la cría no haya encontrado otra cosa donde reclinar su cabeza que una botella de plástico; y peor aún si consideramos que eso es obra del ser humano y que tomará 450 años en que ese residuo desaparezca.
Es justo que alcemos la voz para crear conciencia, si el ser humano no toma conciencia de sus actos, no queda duda que nos cargaremos al planeta. ¡Compártelo!