Una imagen de un perro dentro de un refugio ha dado mucho de que hablar; en la foto se puede ver al can acurrucado en el rincón más lejano, con la cara plantada firmemente en la pared, en medio de un charco de su propia orina.
Estaba temblando de miedo y lleno de incertidumbre, pues su familia lo había abandonado de un día para otro.
En un principio creyeron que se trataba de un labrador Negro, (macho), y lo llamaron Cash. Fue entregado a un refugio del condado unas 24 horas antes de que la foto fuera tomada por Tammy Graves, fundadora de la Fundación Haley Graves en Carolina del Norte.
Tammy visitaba el refugio para fotografiar a tres perros que estaban listos para darse en adopción cuando descubrió a Cash e hizo una publicación en Facebook que tocaría corazones alrededor del mundo:
«Esto es lo que sucede cuando la gente lleva a su perro a un refugio y lo deja. Ayer por la mañana este perro se despertó feliz en un sofá o en una cama caliente, esperando para ser alimentado, saltó en el auto pensando que iba al parque o si era un mal día iba al veterinario».
«En su lugar, fue a un lugar donde hay 275 perros ladrando para ser liberados, huele a muerte, y las puertas se cierran todo el tiempo. Los animales pasan y nunca vuelven. Y no tiene ni idea de su destino».
«Todo lo que sabe es que no pidió estar aquí. Ni siquiera pidió haber tenido unos dueños irresponsables. Pero hoy se congela de miedo, en un charco de su propia orina. Muerto de miedo de moverse, y de hacer contacto visual, pensando tal vez que puede desaparecer en esta pared. Porque si lo hace nadie lo verá y sólo así tal vez pueda escapar de cualquier destino que le espera».
«Esta es la realidad para muchos animales gracias a los propietarios irresponsables y el sistema de refugio. Esto no es un problema de refugio, esto no es un problema de rescate. Esto es un problema de los propietarios irresponsables de mascotas«.
Tuvieron que esperar a que el perro se calmara para poder examinarlo; para empezar, resultó ser en realidad una hembra, ahora se llama June. Fue diagnosticada con parásitos y «gusanos del corazón».
Era muy tímida y le aterrorizaban los ruidos fuertes, además de que tenía varias cicatrices en su rostro.
En un principio pensaron que June sería dada en adopción, pero se ganó el corazón de Tammy y no quiso volver a exponerla a que la abandonaran en otro refugio, no se lo merecía, así que ahora es parte de la gran familia de perros que Tammy ha adoptado.
Se la ve muy contenta, da paseos y es amable con los niños, ya ha perdido el miedo a muchas cosas y ahora disfruta realmente de su vida.
Ver a June recuperada es un aliento de vida, motiva a seguir ayudando a otros perros que son abandonados.
Comparte esta nota con tus amigos para que todos los dueños tomen conciencia de lo que supone romper el corazón de un perrito, ellos no se lo merecen.