Una vez que la normalidad comienza a aparecer tímidamente -todavía hay mucho insensato suelto-, el fantasma del aumento de mascotas dejadas a su suerte vuelve a ser un tema de actualidad. Eso hace que cada vez con más frecuencia de la habitual nos podamos encontrar con algún animal solitario en alguna esquina del mundo.
Una mujer de nombre Molly se encontraba aparcada en uno de los estacionamientos de una de las sucursales de la famosa cadena de tiendas por departamentos Wal-Mart, en Seattle, Washington, Estados Unidos. Escuchó un llanto quejumbroso, que siguió y que la llevó hasta unos arbustos.
Cuando llegó al epicentro de los sonidos se encontró a un diminuto gatito recién nacido, que maullaba a grito en cuello junto a su madre, quien desgraciadamente, yacía muerta a su lado por efecto de un arrollamiento.
Entretanto, Molly, quien se desempeña a tiempo completo como niñera, se percató de que le habría sido imposible darle de comer mediante un biberón permanentemente, por lo que acudió a las redes pidiendo la ayuda de alguien con más experiencia en el asunto.
Rápidamente, la llamada de auxilio obtuvo la respuesta de Emersen, una voluntaria de Alley Cat Project, quien lo compartió con sus demás compañeros en la comunidad de crianza y lo llevaron hasta el hogar de la veterinaria Megan Nystrom.
“Ella nos habló del pequeño y aproveché la oportunidad. Emerson condujo para encontrarse con Molly y lo llevó a mi casa, sosteniéndolo en su mano para mantenerlo caliente”, dijo Megan.
Cuando llegó a sus manos, Megan se sorprendió de lo pequeño que era. Según aseguró, se trataba del cachorrito más pequeño que había visto en su vida. Había nacido prematuramente. Parecía más bien un ratoncito de color gris, por lo que decidió bautizarle como “Mouse”.
Sin embargo, lo que le faltaba en tamaño le sobraba en maullidos y en una gran personalidad, ya que, gracias a sus falsetes desesperados obtenía todo cuanto quería. Era, sin lugar a dudas, el neonato más consentido del universo.
“Le tomó algún tiempo adaptarse y cobrar fuerzas, pero, finalmente lo logró”, agregó Megan.
A los pocos días, Mouse sorprendió a su cuidadora con un gesto del más puro amor y agradecimiento; una vez saciada su hambre y su sed, se acercó para acurrucarse tiernamente entre sus manos y, susurrando ronroneos de alegría, se quedó dormido.
A medida que Mouse crecía, comenzaba a demostrar ser muy tierno y dulce. Tan pronto como se robustecieron sus pequeñas patitas, salió de su cómoda morada a explorar el mundo por primera vez.
Así conoció a Jack-Jack y a Cleo, dos gatos otoñales que viven bajo la tutela de Megan. También a Benny, el perro guardián de la casa y su hermana Coco. Al principio, Jack se aterrorizó con la presencia de Mouse, pero no le duró demasiado, ya que este se ganó su cariño a fuerza de arrumacos y caricias por todas partes.
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Por su parte, Cleo, la otra gata de la tercera edad, tampoco estaba tan segura del pequeño recién llegado, pero, eso sí, le encantaban sus payasadas. Finalmente, todos terminaron por aceptarlo como a un miembro más de la familia, ya que Molly se enamoró tanto del pequeño que decidió adoptarlo hace pocos días.
Comparte esta historia con tus amigos y démosle a Mouse una gran bienvenida a esta hermosa nueva familia feliz.