No puede haber nada mejor para un fotógrafo amateur que tener la suerte de capturar un gran momento en la naturaleza.
Para el joven fotógrafo principiante Massimo da Silva la dicha fue insuperable cuando al pasear por la Reserva Natural Timbavati se topó con unos animales en peligro de extinción.
¡Y lo que es más impresionante aún, eran unos cachorros! No hay nada mejor que cachorros salvajes…
En este caso se trataba de una camada de cachorros salvajes de la sabana.
En un extraño y afortunado avistamiento por casualidad, un turista en África pudo observar una camada de cachorros de perro salvaje de las pradera que salían de su madriguera sólo para comer.
Una belleza de cachorros de tres semanas que apenas empezaban a salir a caminar.
Los perros africanos salvajes son muy raros hoy en día.
Ellos han desaparecido de sus hábitats anteriormente habituales debido a los conflictos de territorio con los humanos.
Lamentablemente, son una especie que se ha visto muy perjudicada por su interacción con los humanos.
Además ellos cuidan a sus crías al extremo y es muy raro ver crías de perros salvajes en libertad.
Adicionalmente a todo lo que tienen que enfrentar con los humanos, los perros de la sabana han tenido que enfrentar enfermedades.
Tantos factores en contra han causado la desaparición de sus entornos naturales.
Junto con la grabación de estos cachorros surgió otra igual de asombrosa. Esta fue verdaderamente una visión de ensueño.
Hasta un viajero experimentado en safaris estaría celoso de un encuentro como este.
Se puede ver cómo la madre de los perros salvajes empuja y dirige a sus crías afuera de su madriguera, llevándolos a desayunar.
Dylan Auerbach fue el suertudo que pudo admirar este asombroso momento entre la madre y sus crías que es verdaderamente raro de documentar.
Una mañana que salió muy temprano a recorrer la Reserva Natural Privada de 14,000 hectáreas, Thornybush; él pudo ver a la hembra cerca de su madriguera.
Él vió como ella miraba a sus alrededores y luego de constatar que todo estaba en calma procedió a adentrarse a su guarida.
Después de un par de minutos emergió empujando una masa temblorosa de colitas y orejas que Auerbach no pudo distinguir claramente hasta unos minutos después.
Se trataba de toda su manada.
Los cachorros que parecían tener aproximadamente tres semanas de edad emergieron para un desayuno rápido.
Por los momentos los cachorros todavía se quedarían protegidos en el escondite hasta tal vez siete u ocho semanas después.
Parece haber al menos siete crías en esta guarida, sin embargo las camadas de perros salvajes pueden llegar a ser enormes.
En una especie tan amenazada como esta, cualquier nuevo miembro es bienvenido con alegría y con los brazos abiertos; especialmente si podemos verlos de esta forma tan tierna.
Comparte este precioso, raro y único momento de apreciación de la vida salvaje. ¡Debemos protegerlos!