La amistad entre un perrito y su humano es incondicional, al grado de convertirse en familia y no poder concebir la vida el uno sin el otro. Pero, tristemente, el coronavirus ha separado a muchos peluditos de sus padres humanos, privándoles de su compañía y amor.
Fueron mejores amigos por una década
Para Frederico Lucas Minatto, un anciano de 92 años, fue terrible tener que separarse de su amada perrita llamada Lilica, tras enfermar de coronavirus y tener que ser ingresado de emergencia en el Hospital São José, al sur de Santa Catarina, Brasil.
Durante toda su estancia en el hospital, Frederico no dejaba de preguntar por la pequeña perrita con la que compartió inolvidables momentos durante 10 largos años. Consciente de la tristeza y pesar que embargaba a su padre, Fernanda Minatto, decidió poner manos a la obra para poderlo reunir con Lilica.
Primero, Fernanda recurrió a realizar videollamadas todos los días para que Frederico pudiera ver, aunque fuese a la distancia, a Lilica. Esos momentos le hacían sonreír pese a la enfermedad, olvidándose de todo y concentrándose únicamente en esos ojos brillantes que le motivaban a volver a casa.
Pero Frederico deseaba poder tener más de cerca a la perrita, conforme su estado de salud fue desgastándose cada vez más y casi no tenía fuerzas para nada. Fue entonces que a su hija se le ocurrió una osada idea.
“Solíamos hacer videollamadas para que los dos se vieran. Aun así, él siempre estaba preguntando por ella”, comentó Fernanda.
Temerosa de las reglas del hospital, pero decidida a hacer todo por ver sonreír a su padre, Fernanda consideró introducir de forma clandestina a Lilica en el lugar, ocultándola de un bolso en el que pudiera entrar sin ser descubierta.
La idea era brillante, pero arriesgada. Así que Fernanda decidió confrontar a las autoridades del hospital, para expresarles por qué su papá estaba tan devastado y, milagrosamente, los médicos y enfermeras quisieron ayudar a reunir a Frederico y Lilica.
Para que el ingreso de Lilica fuera seguro, el personal de salud del hospital transportó a la perrita en una caja y se aseguró de desinfectar profundamente sus patitas antes de permitirle subir a la cama donde la esperaba ansioso su humano.
La pequeña se recostó de inmediato al lado de su humano y, de inmediato, el semblante en el rostro de Frederico cambió: estaba satisfecho y feliz de poder ver y llenar de mimos a la peludita que tanto aprecia.
Ese momento de felicidad se reflejó en los niveles de oxigenación de Frederico, que aumentaron significativamente. No obstante, dos días después de la visita de la perrita, el hombre perdió la vida por el coronavirus.
Frederico murió el 26 de enero, 2 días después de ver a Lilica
Frederico pudo partir en paz al ver al ser que más amaba y, sin duda, Lilica nunca lo olvidará, ahora su humano estará cuidando de ella desde el cielo.
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