Muchos perritos llegan a nuestra vida para convertirse en nuestros mejores amigos y darnos el amor que tanto necesitamos.
Teresa Hwang pensó que nunca lograría disfrutar de tener una mascota. Después de todo, pasó gran parte de su vida sintiendo miedo a los perros y asumió que simplemente ya no eran una opción para ella.
“Siempre entraba en pánico cada vez que escuchaba a un perro ladrar”, aseguró Teresa.
Actualmente, Teresa trabaja como maestra para niños de necesidades especiales. Su miedo a los perros empezó porque cuando era niña dos perros la mordieron. Ya no se sentía segura con la presencia de ningún perrito. Con el paso del tiempo decidió que la mejor forma de lidiar con eso era simplemente evitándolos. No podía imaginar lo mucho que las cosas cambiarían después.
Teresa adoptó a Boo con 51 años de edad.
El esposo de Teresa llevaba un tiempo insistiendo en adoptar un perrito. No fue una decisión fácil pero finalmente Teresa encontró un perrito cuya historia lo conmovió. Patches había pasado por tres refugios y un hogar temporal. Era un perrito muy tranquilo pero tenía problemas para confiar en los humanos. Entre el miedo de Teresa a los perros y el miedo de Patches a las personas, resultaron la pareja perfecta.
“Sentí que todos mis miedos y prejuicios se desvanecían. Debía ayudarlo”, dijo Teresa.
Desde que lo conoció, Patches fue muy cariñoso con ella. Decidió llevarlo a casa de inmediato y desde entonces comenzó un largo camino para construir la relación. Cambiaron su nombre a Boo y le tuvieron mucha paciencia. Pasaba la mayor parte del tiempo escondido e incluso sentía miedo de comer frente a los humanos. Ahora, gracias al cariño que le dedicaron todo es cosa del pasado y es un peludo muy feliz.
“Comenzó a sentirse seguro y a menear su colita de felicidad todo el tiempo. Cada vez que veía todo lo que había avanzado, lloraba de felicidad”, celebra Teresa.
Muchos agradecen a Teresa por haberle dado una oportunidad al hermoso Boo, pero ella asegura que realmente fue él quien la salvó. La experiencia de cuidar a un perrito la ha ayudado mucho a comprender algunas de las situaciones que día a día enfrentan sus estudiantes y cómo todo puede explicarse con una sola palabra: miedo.
“El miedo es una emoción demasiado poderosa. Te impide construir relaciones, tomar riesgos, confiar en los demás y hasta creen en ti mismo. Hay que luchar contra eso”, reflexiona Teresa .
Es maravilloso saber que Teresa y Boo lograron encontrarse. Su historia es una prueba más de que siempre debemos darle una oportunidad a la reconfortante experiencia de tener mascotas. Logran darnos mucho amor y nos enseñan qué es lo más importante en la vida.
A veces, un perrito es todo lo que necesitamos para curar nuestra alma. ¡Comparte!