Los elefantes deben vivir en su hábitat natural, alejados de la intromisión del hombre, existir sin ser molestados. Pero, el ser humano en su afán de lucro, los confina usándolos como mercancía de entretenimiento, como lo hace un circo ambulante italiano que comete los mayores desmanes con estos indefensos animalitos.
El circo de Togni tuvo sus orígenes en Italia, pero en vista de que se prohibió la utilización de animales salvajes como los elefantes en sus establecimientos en 2017, se fueron a Rusia.
Para eso trasladaron a muchos animales a lo largo de 16 mil kilómetros en condiciones inaceptables.
Utilizaban camiones viejos, pequeños y mal olientes, donde apretujaban cantidades de animales con el único interés, de llegar a tiempo para presentarlos en su show.
Los elefantes bajan de los remolques donde son trasladados por el circo de Togni
Muchos activistas y defensores de los derechos de los animales se opusieron a los viles atropellos a los que eran sometidos.
“Algunos países europeos como Italia han prohibido todos los animales en los circos viajeros porque son crueles, pero este circo respondió viniendo a Rusia, donde las tortuosas distancias de viaje son aún mayores, las más largas del mundo”, comentó Irina Novozhilova, del grupo de derechos de los animales VITA.
Irina ha luchado por 25 años en contra de las condiciones en que son transportados y tratados en los circos.
Ella ha denunciado en reiteradas ocasiones que los entrenadores utilizan ganchos de metal, y descargas de electricidad en su cuerpo lo que les produce ataques cardíacos.
Los malos tratos logran quebrantar anímicamente a los elefantes, y terminan haciendo los trucos que a sus verdugos les conviene en sus espectáculos.
Roni y Carla son dos de las víctimas del circo
El circo de Togni se vanagloria por haberse presentado en lugares como Krasnoyarsk, Omsk Nizhny Tagil, Izhevsk. Novosibirsk, Irkutsk, y la capital rusa del Pacífico Vladivostok. Y actualmente se encuentra en Kemerovo. Cuando estuvieron en la ciudad de Yakutsk, dos elefantes de nombres Roni y Carla, quizá en sus ansias de escapar de la esclavitud, huyeron de sus cuidadores.
Los pobladores se quejaron por el peligro que representaban los dos enormes mamíferos, y más de 93 mil personas firmaron una solicitud pidiendo mayor control de esos animales.
Pero Sergey Bondarchuk, un hombre de 48 años, director de arte del circo, no aceptaba las quejas.
“Los animales son tratados con respeto, además los camiones tienen aire acondicionado y calefacción para que se encuentren cómodos”, se defendía Bondarchuk.
Con el mayor desparpajo habla sobre los supuestos cuidados que tienen con los animales del circo cuando son trasladados.
“El circo se detiene cada tres horas para alimentar y limpiar a los animales. Viajar fue “difícil” pero los animales son cuidados como si fueran niños, porque sabemos que de su bienestar depende nuestro trabajo”, dijo Sergey.
Los elefantes no pueden defenderse por sí mismos, nosotros podemos convertirnos en eco de sus clamores. Seamos la voz de esos animalitos que sufren tanto y no permitamos más su explotación.
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