Todo bebé es la criatura más adorable que existe. Y este pequeño pangolín no es la excepción. Su derroche de amor y gratitud para con el hombre que lo salvó nos demuestra que los animales, por más chiquitines que parezcan, nos dan las más grandes lecciones de vida.
Los manis o pangolines son mamíferos muy especiales que viven en Asia y África. Lamentablemente, se encuentran bajo un constante peligro, ya que muchos cazadores y traficantes los buscan para ofrecerlos en venta en mercados de carne animal.
El Dr. Mark Ofua se enteró de este pequeño pangolín de vientre blanco que necesitaba ayuda urgente
El Dr. Mark Ofua es un especialista en estos hermosos animalitos y hace un tiempo recibió una llamada que le arrugó el corazón.
Le informaron que había un bebé pangolín cuya vida pendía de un hilo y él no dudó en viajar para intentar ayudarlo.
El pequeño mamífero nació en cautiverio, en medio de un grupo de comerciantes de carne de vida silvestre, y sin la ayuda adecuada, no resistiría. Por tal razón, el hombre no lo pensó dos veces y se subió a su vehículo para emprender un viaje de 50 kilómetros hasta Epe, Lagos, Nigeria.
Su madre había sufrido muchísimo estrés debido a las precarias condiciones en las que la tenían y a duras penas tenía fuerzas para mantenerse en pie.
Después de su nacimiento, el pangolín pasó días sin agua y comida y el Dr. Mark supo que sería un caso realmente difícil.
“Cuando llegué al mercado me di cuenta de que sus posibilidades ya eran escasas. Nació de una madre debilitada. Ya estaba hipoglucémico y frío cuando lo encontré”, dijo el rescatista.
Los comerciantes estuvieron de acuerdo en entregarle el pangolín al rescatista. Después de todo estaba tan débil que ellos no lo veían más que como una simple “pérdida”.
Desde entonces, el Dr. Mark lo llamó Neal y lo trasladó hasta el Hospital Veterinario y Refugio SaintMarks, para que pudieran examinarlo detalladamente y suministrarle diferentes tratamientos médicos.
Allí contó con todos los insumos necesarios para brindarle al pequeño la atención que tanto necesitaba.
Se dispuso a cuidarlo como una madre lo haría. Le daba abrazos para mantenerlo caliente y lo alimentaba con un biberón y una fórmula especial.
«Es un muchacho juguetón que todavía está aprendiendo a ser pangolín. Le gusta mucho buscar a sus cuidadores y acariciarlos para sentirse cómodo. ¡Reconoce fácilmente su manta de alimentación y su biberón, ya que le encanta su leche!», dijo Mark.
Gracias a la dedicación de Mark el hermoso pangolín sobrevivió.
Por lo general, los pangolines suelen ser tímidos y muy reservados, pero Neal parecer ser todo lo contrario y ama jugar con sus cuidadores. Frecuentemente les da “baños” con su larga y musculosa lengua, lo que le sirve para ejercitarla y aprender a usarla correctamente, para que luego pueda cazar hormigas.
La organización WildAid, financió la construcción de un “pangolorum”. Es el primero de este tipo en África Occidental y ayudará a muchos animales necesitados.
Esta área de liberación servirá para que los pangolines rescatados puedan ser reinsertados en la naturaleza de forma segura, incluido Neal.
La esperanza de Mark es que Neal se recupere por completo y pueda ir al centro de rehabilitación de pangolines de SaintMarks. Este lugar se encuentra en un bosque protegido donde podrá pasar sus días sin preocuparse por los terribles cazadores.
“Le gusta mucho buscar a sus cuidadores y acariciarlos para sentirse cómodo”, dijo Mark.
La suerte de este pangolín fue excepcional. Las estadísticas revelan cifras realmente aterradoras sobre los tratos que estos animalitos reciben.
Según estudios, lastimosamente los pangolines son los animales más traficados del mundo, ya que son apetecidos por su carne y las escamas únicas que poseen. Particularmente, el pangolín de vientre blanco, más conocido como pangolín de árbol, está en peligro de extinción y se encuentra en la lista roja de UICN.
Es injusto que miles de seres inocentes tengan que sufrir de tal manera para ser traficados como simples objetos. Pero, Neal seguirá besando y acariciando a sus cuidadores, en forma de agradecimiento por haberlo salvado, mientras crece y tiene una vida feliz.
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