La joven Kencho Gurung ha sido voluntaria en la Humane Society de Kailua-Kona (Hawaii) durante los últimos cinco años de su vida, por esa razón es tan amante de los perros y está muy familiarizada con la convivencia. Cuando perdió a su adorado Husky de 15 años, quedó totalmente devastada… A partir de ese momento empezó a pasar aún más horas en el refugio para lidiar con la pérdida.
Uno de sus días de voluntariado, conoció a una chica de 7 años llamada Mika (que significa ojos en Hawaiano). La perrita estaba en el refugio porque su anterior dueño la maltrató después de que tuvo a su primera camada de cachorritos.
La herida le dejó su patita izquierda torcida. Pobre, es asombroso que alguien sea capaz de hacer algo tan horrible, a un ser indefenso e inocente.
En vista de que había una investigación en curso con respecto al caso de su antiguo dueño, Maka permanecía en cuarentena, en la parte trasera del refugio lejos del resto de los otros perritos. Tampoco gozaba de tanta compañía, además de los breves momentos en los que Kencho se escapaba para compartir un rato con ella.
«Me sentaba allí la mayor cantidad de tiempo que podía. Necesitaba mucho afecto y se ponía a llorar cuando me tenía que despedir de ella», contó Kencho.
A medida que pasaban las semanas, continuó visitándola para enriquecer aún más sus días dentro del refugio. Se hacían bien mutuamente. A pesar de que Maka no podía ser adoptada aún a causa de la investigación, Kencho no podía dejar de pensar en eso.
«No podía dormir en la noche porque pensaba en ella, me preguntaba cómo estaría», continuó Kencho.
Tenía razones para preocuparse, ya que imaginar a esta pobre chica sola, en el refugio, apartada de todos… Era muy triste. Pasaron varias semanas.
Un día Kencho llegó al refugio y vio que Maka estaba en otro lugar con los perritos para adoptar. La llevó a pasear y mientras se decidía en adoptarla, una familia se le adelantó y terminó el papeleo para llevarse a la chica a casa. «Quedé devastada», dijo Kencho.
«Me tomó dos semanas recuperar el coraje y regresar, asumiendo que ya había sido adoptada. Pero al final no se la llevaron porque tenía necesidades especiales y la familia tenía hijos pequeños«. Kencho sabía que tenía que aprovechar la oportunidad, y el 19 de diciembre de 2017 lo hizo oficial.
«Cuando llegamos a casa saltó a mi cama y no ha dejado de sonreír desde ese momento, me trae tanta alegría. Siento que estar juntas es nuestro destino». Mientras continúa sanando la herida por la pérdida de su último perrito, Kencho se siente agradecida de que Maka haya aparecido en su vida. «Duerme conmigo todas las noches, acurrucada»
Ambas son muy afortunadas de haberse encontrado. Comparte esta bonita historia con todos tus amigos.