Lamentablemente, se cuentan por cientos de miles los animales que son dejados desolados en las calles del mundo. Un gato encontrado a su suerte o que ha nacido en la calle, necesita mucha ayuda. En este caso, la primera pregunta que hay que hacerse es si se está preparado para adoptarlo.
Esta es la historia de Max y Ruby, dos hermosos gatitos pelirrojos que fueron hallados debajo de una residencia ubicada al noreste del estado de Arkansas, Estados Unidos. Su madre, desafortunadamente nunca regresó por ellos, por lo que el dueño de la casa se contactó con Holly Brookhouser, de la asociación Best Friends Animal Society.
Al ver a los mininos, la voluntaria se percató de que realmente requerían tener cuidados especiales de crianza y no dudó un segundo en tomarlos y llevarlos consigo para alimentarlos con un biberón.
Max y Ruby
“Necesitaban ser alimentados con biberón, así que los acepté. No podía decir que no”, compartió Holly.
Rápidamente, la rescatista pudo darse cuenta del vínculo tan estrecho que compartían estos dos felinos entre sí. Eran absolutamente inseparables, cuando no se veían se buscaban hasta encontrarse.
Finalmente, ambos se convirtieron en dos hermosas bolas de pelos, gracias a la ayuda de esta mujer maravillosa.
Se les veía realmente felices de tener una nueva familia que los amparase y amase todo el día. Se quedaron en la misma habitación con su madre adoptiva, quien logró satisfacer al cien por cien todas sus necesidades.
“El más pequeño y oscuro es un niño, y la más grande y ruidosa es niña. Sus nombres, Max y Ruby, provienen de una de las caricaturas favoritas de mis hijas, sobre una conejita mayor y su hermanito”, agregó Holly.
Conforme pasaron los días, los gatitos ganaron peso y se hicieron cada vez más fuertes. Una vez que sus pequeñas patitas estuvieron lo suficientemente robustas comenzaron a caminar, explorando maravillados todo cuanto se encontraban a su paso. A medida que crecían, sus personalidades comenzaron a brillar.
Max y Ruby hacen todo juntos. Les encanta abrazarse entrelazando sus colitas y perseguirse mutuamente por la habitación con una energía desbocada.
Cuando terminan de jugar, se acurrucan y ronronean hasta quedarse dormidos.
Su curiosidad creció a medida que interactuaban con otros amigos peludos en la casa de Holly. De hecho, Jack, el perro mayor, adora tanto a sus pequeños nuevos amigos felinos que los deja treparse encima de él.
Por su parte, Rigby, un minino atigrado que también vive con Holly se ofreció para ser el padre sustituto de los gatitos, siempre disponible y listo para abrazarles cada vez que lo requieran.
A los dos no les falta atención, siendo acogidos con amor por todos los miembros de la gran familia de Holly. Son tan mimados y felices de tenerse el uno al otro, que incluso han dejado huella en su hogar de acogida. Hoy en día crecen sanos y fuertes, más unidos que nunca.
Comparte la historia de este sensacional par de tiernos gatitos jóvenes cuyo vínculo se fortalece día a día.