La pandemia ha dejado en una posición bastante vulnerable a las criaturas más indefensas en todo el mundo y los casos de animales maltratados y abandonados parecen estarse multiplicando de forma acelerada.
Todo esto ha generado una presión aún mayor para esas personas que pese a las dificultades deciden apostar cada día por hacer el bien y en esta ocasión queremos dar a conocer la grandiosa labor que está realizando una veterinaria en Indonesia.
Su nombre es Susana Somali, una profesional enamorada de su carrera y que junto a su equipo lucha por acabar con la pesadilla que sufren los perritos que caen en manos de despiadados carniceros.
En el país ubicado al sudoeste asiático, el comercio de carne de perro es bastante rentable y existen numerosas mafias que incluso recurren al hurto de mascotas que después se convierten en el festín de algún cliente. Por ese motivo, Somali lleva años en una ferviente lucha por rescatar a cuanto perrito sea posible de este cruel destino.
Los peludos están más que agradecidos con esta noble mujer.
La indonesia tiene un reconocido refugio en Yakarta, donde alberga a unos 1.400 perros rescatados. Antes de la pandemia solían atender a uno o dos casos de perros abandonados y salían a las calles en busca de callejeritos que podrían ser víctimas de los carniceros. Sin embargo, en los últimos meses el trabajo se ha incrementado considerablemente.
Los números han crecido y ahora Susana atiende hasta 20 rescates por semana y la causa parece estar vinculada con la pandemia. Muchas personas están vendiendo a sus mascotas a los carniceros para encontrar algún ingreso ante la crisis económica desatada por el coronavirus.
El asunto suena terrible pero lamentablemente está sucediendo.
Somali tampoco está exenta de los aprietos que pueden significar para cualquiera el confinamiento.
“La verdadera batalla no es rescatarlos de los carniceros, aunque eso siempre da miedo. El desafío es cuidar a estos perros durante la pandemia”, dijo la mujer.
Los perros son una especialidad culinaria entre los musulmanes que viven en Indonesia.
Esta doctora trabaja analizando muestras de pacientes con síntomas de COVID-19 en un hospital local pero ni su ocupación la ha terminado de alejar de su compromiso con los animales.
El refugio de Susana inició en el 2009 y actualmente cuenta con 30 personas más que laboran en el albergue de 5.000 metros cuadrados. El gasto mensual del Refugio de Animales de Pejaten supera los 29.000 $ y por ello las donaciones de almas caritativas se han hecho tan importantes.
Cada día la situación se hace más cuesta arriba pero Somali sigue recordando la razón por la cual decidió dedicarse al rescate de perros.
«Alguien publicó imágenes de este perro llorando en las redes sociales antes de ser sacrificada y vi las lágrimas en sus ojos. Fue entonces cuando me di cuenta de lo que hacen los carniceros», dijo.
Ella ama tanto a los perritos que se niega a dejarlos solos entre tanta maldad.
La lucha iniciada por Somali no es nada nueva pues durante años decenas de animalistas han protestado contra el comercio de carne de perro pero ahora la doctora ve con preocupación el aumento de sacrificios a causa de la pandemia.
La vida de cualquier criatura vale más que cualquier cantidad de dinero y es inconcebible que los propios dueños se presten para eso, por eso Somali sigue en su lucha por rescatar a todos los animales que les sea posible.
Esta valiente mujer merece todo el reconocimiento y ayuda del mundo y para eso es importante que más personas conozcan su labor. Comparte esta historia y demuestra tu rechazo contra el comercio de carne de perro.