No hay mal que dure para siempre ni incendios que duren mil años. Luego de ser azotada durante meses por los voraces incendios que cobraron millones de vidas y arrasaron con miles de hectáreas pertenecientes al territorio australiano, hoy, las consecuencias de la grave devastación, hablan por sí solas.
Koala muerto por falta de alimento después de los incendios
Hambre, destrucción, humo, desolación y cenizas fueron los elementos que compusieron el trágico escenario que se abre diariamente ante los ojos de Kai Wild, un rescatista que esperaba salvar miles de vidas animales en isla Canguro, uno de los lugares más golpeados por las intensas llamas.
No esperaba encontrarse con un desierto lleno de muerte. El fuego se apagó en Australia, pero la crisis generada por este verdadero infierno que ardió durante cuatro largos meses, aún continúa.
Las altas temperaturas rodearon los 70 grados Celsius, una situación sin precedentes en la historia del subcontinente que regó los caminos con más de mil millones de cadáveres de diversas especies de animales que desparecieron en medio de la catástrofe.
Después de interminables meses de plegarias y lucha sin cuartel, el cielo se apiadó de Australia enviando una serie de tormentas que ayudó a los habitantes a paliar y controlar el fuego, y si bien se produjeron inundaciones en algunas localidades que amenazaban con cambiar una catástrofe por otra, al menos, el fuego se había extinguido.
El asunto está en que, al menos para los animales no humanos, la situación está lejos de resolverse. Así lo definió Wild al ser testigo de cómo todavía, a pesar de que el fuego se apagó, las especies siguen perdiendo la batalla en la guerra para no extinguirse.
“Mientras conducíamos esta tarde, encontramos lo que temía y lo que quería evitar que ocurriera. He visto muchos koalas que se han quemado hasta la muerte. Cientos”, dijo con pesar el rescatista.
Y es que, para Kai Wild resulta cada vez más duro enfrentarse con este panorama desolador que le presenta diariamente los cadáveres calcinados o descompuestos de miles de inocentes koalas, enmarcados en un bosque muerto y aún humeante en lo que antes fue una fuente de vida silvestre, un bastión ambiental.
Kai Wild se siente impotente ante la falta de ayuda para los animales sobrevivientes
“He visto koalas que se están descomponiendo porque murieron de hambre hace semanas, pero no había visto un koala que haya muerto de hambre recientemente, en el tiempo que llevo aquí. Hasta hoy”, escribió el hombre en su cuenta de las redes sociales.
El impacto es tal que Kai no puede aguantar las lágrimas. Todos los días llora envuelto en la tristeza y la impotencia. En ocasiones es más bien la rabia la que lo invade, pero lo cierto es que, independientemente de cual sea el sentimiento que lo visite, el resultado es el mismo: amargas gotas de llanto derramándose de sus ojos.
“Hoy fue otro día muy ajetreado. No lloré durante el desayuno, pero lloré de rabia por primera vez en mi vida. Agárrate fuerte porque el hospital se está desbordando, los koalas están comenzando a morir de hambre y no podemos revertirlo”, dijo el apesadumbrado voluntario.
Pero lo que más indigna a este hombre no son ni siquiera sus traumáticas experiencias vividas, sino más bien la impotencia y la furia al ver que la ayuda gubernamental, así como la de otros países no es suficiente y no ha sido bien coordinada.
Quizás, de haber sido así, muchas muertes de koalas, así como de otras especies y de decenas hombres y mujeres, pudieron haberse prevenido.
Comparte esta historia con tus seres queridos y solidaricémonos todos con las víctimas de los incendios que quemaron estos bosques esenciales. Lamentablemente, el panorama en Australia sigue siendo poco prometedor.