Una pequeña gata y sus compañeros de camada llegaron al Refugio de Animales del Condado de Escambia, en Pensacola, Florida, Estados Unidos. Estaban programados para ser transportados al Centro de Animales de Providence en Media, Pensilvania. En ese lugar verían de nuevo la luz de una nueva vida mejor.
Mientras esperaba a que finalizara el traslado de los mininos, Amy Cool, una voluntaria del mencionado refugio, los acogió en su seno y se los llevó a su hogar. Sin embargo, uno de los gatitos sobresalió entre todos por demostrar ser el más cariñoso. Su nombre es Candy Corn, una amorosa bola de pelos.
Apenas llegó a su nueva casa saltó hacia los hombros de Amy y no se le despegó, acompañándola a todas partes. Nada hacía más feliz a la gatita que estar cerca de su madre adoptiva.
“Ella fue tan excepcional y cariñosa conmigo. Soy del tipo que quiero a mis gatitos a mi lado las 24 horas del día, los 7 días de la semana, para darles toneladas de abrazos, así que hicimos clic de inmediato”, dijo Amy.
Pero, para cuando los gatitos fueron redirigidos al Providence Animal Center, Amy comenzó a echar en falta a su gata con toda el alma. Por su parte, Candy Corn y sus hermanos llegaron sanos y salvos a Pensilvania.
Candy y Amy amor a primera vista
La camada tenía que crecer un poco antes de estar lista para ser adoptada, por lo que fue llevada a hogares de acogida con la voluntaria Linnea Hermanson. La más pequeñita del grupo estaba muy atrasada en su peso. Parece que prefería elegir el amor de las personas, antes que a la comida.
“La mayoría de las veces ignoraba por completo la comida y me seguía o se subía a mi regazo. Simplemente no estaba interesada si tenía la opción de llamar la atención de la madre adoptiva (o del padre)”, dijo Hermanson.
Linnea comenzó a tratar de que el gatito se concentrara en comer, dejándole a solas en la habitación. Pero, luego regresaba con Candy Corn quien la esperaba sentadita junto a la puerta principal de la casa.
Mientras tanto, Amy, en Florida, completamente enamorada de su tierna minina, no podía dejar de pensar en ella.
“He criado a unos 20 gatos y gatitos, pero el pequeño Candy Corn claramente estaba destinado a mí”, confesó Amy.
Mientras la mujer contactaba con el refugio, la felina seguía buscando a quién abrazar en la casa. Iba de un lado a otro, trepándose sobre sus padres adoptivos y también sobre sus hermanos perrunos con quienes convivía.
A fines de octubre, fue lo suficientemente grande para ser esterilizada y comenzó su preparación para volver a su verdadero hogar. Amy decidió adoptarla y condujo durante tres horas hasta Nueva Orleans y luego tomó un vuelo de cuatro horas hasta Filadelfia.
Cuando por fin estuvieron frente a frente, el gatito se aferró a su adorada humana con tanta fuerza como pudo. Al llegar a la residencia reconoció claramente la habitación de Amy y todos sus antiguos juguetes, feliz de estar de vuelta en su cálido y amoroso hogar para siempre.
Amy está feliz de haber recuperado a su animalito de compañía de quien nunca se olvidó en todo el tiempo que pasaron separados. Comparte esta historia con tus amigos.