En ocasiones las tragedias ocurren de los modos menos esperados y por ello no dejan tiempo para improvisar ninguna clase de despedidas. La muerte repentina de un ser querido es difícil de asimilar para cualquier ser humano, pero lo es aún peor para un fiel perrito.
Esta circunstancia es la que atraviesa un peludo singular llamado Cuchufleto.
Este amiguito de cuatro patas vive en el municipio de Múzquiz, en el estado de Coahuila (México). Y por años fue el amigo fiel de Don Gonzalo Cruz Marín, un hombre de 55 años, dedicado a la minería y que recientemente fue víctima de una verdadera tragedia.
El trabajador quedó enterrado en una de las minas de carbón en la que trabajaba, después de que ésta se derrumbara de manera inesperada.
Cuchu estuvo con él el día del derrumbe.
La vida de Cuchufleto consistía en acompañar noche y día al trabajador, incluso lo seguía hasta la mina de Rancherías en la cual ocurrió el accidente que cobró la vida de Don Gonzalo.
El viernes 4 de junio, Cuchufleto vio por última vez a su amigo humano sin saber que nunca más lo abrazaría. El hombre se internó como de costumbre en su trabajo dentro de Rancherías, propiedad del productor de carbón Gerardo Nájera, y nunca más salió.
Cuchufleto todavía llora por su humano.
La mina se derrumbó en horas del mediodía y 17 mineros quedaron atrapados dentro de ella. Gracias a las labores de rescate, diez de los trabajadores fueron salvados pero Don Gonzalo perdió abruptamente la vida.
Una situación de la cual Cuchufleto no se repone.
A casi 20 días de haber ocurrido el hecho, el perro continúa merodeando las adyacencias de la mina con la única esperanza de ver nuevamente a su dueño.
Cuchufleto sabe que Gonzalo entró a este lugar y con paciencia espera que en algún momento logre salir.
Un anhelo que lamentablemente no se podrá alcanzar.
Para todos en la familia el asunto ha sido una sorpresa, incluso la viuda del minero no logra reponerse de la situación.
“El día del accidente ahí estaba mi perro con mi esposo y (después del siniestro) olfateaba, luego rascaba y rascaba en la bocamina, movía la cola, aferrado porque sabía que ahí estaba mi esposo”, menciona Sandra Idalia Briseño.
Cuchufleto no se rinde y se niega a alejarse de la zona, por eso la mujer lo acompaña con comida. Su lealtad hacia Don Gonzalo ha quedado expresada en los días que lleva esperando con ansias su regreso.
La señora Sandra relató a un medio local el dolor del perrito.
El caso de Cuchufleto no deja de parecerse al de Hachiko, el perro japonés que durante años estuvo visitando la estación de trenes a la espera de su dueño fallecido. Cuchufleto es mexicano, pero la inquebrantable lealtad que guarda por su humano pareciera de película.
Sin duda, el mayor ejemplo de amor incondicional nos lo dan las mascotas. Comparte en tus redes esta emotiva historia.