Una chimpancé anciana y su cuidador humano han construido un vínculo de amor, cariño y cuidado que puede llegar a ser incomprensible. Si compartes tu vida con un animal, seguro que valoras esta unión tan maravillosa. Y si todavía no lo has hecho, pero quieres, seguro que uno de los motivos clave se encuentra en esta historia.
Todo comenzó cuando Mama, la primate de 59 años de edad y la más longeva de la colonia holandesa de chimpancés del Royal Burgers Zoo, en Arnhem, Países Bajos, enfermó gravemente en abril del 2016. Llegando al punto de no ingerir bocado alguno, desfallecida e insalvable en apariencia.
Mama, la anciana chimpancé no encontraba ninguna ilusión para vivir
Aquello indicaba que Mama estaba a punto de despegar hacia otro plano de existencia y nos dejaría. Sin embargo, cuando Jan Van Hooff, su antiguo y amante cuidador fue a visitarla se obró en ella un milagro. Apenas el hombre le habló y Mama escuchó su voz, reaccionó de una manera sorprendente.
Si bien al principio la chimpancé se sintió algo confundida y tardó unos minutos en reconocerlo, una vez que vio directamente los ojos de Jan, una catarata de emociones se derramó entre ambos.
El animal se incorporó y, de inmediato se acercó sonriente a Jan para abrazarlo. Éste, en respuesta, la abrazó más fuerte. El hombre quería darle el último adiós ese día al ser que tanto protegió y amó desde 1972, año en que fue creada la colonia de chimpancés del Royal Burgers Zoo, ubicada en la ciudad de Arnhem, Holanda.
“En abril de 2016, Mama enfermó, estaba llegando al final de su vida, y no quería comer, hasta que la fui a visitar por última vez y escuchó mi voz. Fue algo realmente emocionante para mí”, dijo Van Hoof.
Este grupo de primates es famoso por ser la fuente pionera de investigación acerca del comportamiento biológico y social de este tipo de ejemplares mamíferos, de la cual se desprende la obra titulada Chimpanzee Politics, de Frans De Waal.
Qué bueno que Jan Van Hoof pudo enterarse del mal estado de salud en el que se encontraba su entrañable Mama. Cuando peor estuvo debido a su vejez, y sin siquiera comer, el cofundador de la colonia y profesor de biología del comportamiento, le regaló con su presencia un poco más de vida.
Al principio, la otoñal chimpancé se encontraba demasiado débil por la inapetencia, pero, además, por la tristeza. Se veía que, simplemente se estaba dejando guiar hacia su final, pero, como dicen: “el verdadero amor todo lo puede”.
En un esfuerzo emanado del más puro centro del corazón, Mama se acercó para abrazar a su viejo amigo, esbozando una tierna sonrisa de alivio al verse de nuevo frente a quien tanto la quiso.
Esa energía vital tan hermosa y desgarradoramente emotiva, requirió de que Mama se aferrase a un último aliento de vida para poder despedirse de Jan. Y lo logró todo el tiempo que pudo. La emoción la desbordaba, sin embargo, el cruel destino se la llevó a un mejor lugar una semana después de aquel reencuentro.
Puedes ver en este video la dulce interacción de Mama que ha emocionado a miles de personas:
“En realidad, Mama estaba muy emocionada de volver a verme. Por desgracia, falleció una semana después”, señaló Van Hoof.
Ya sea con fines investigativos, médicos, sociológicos o de cualquier otro orden, debemos tener en cuenta que, para todos quienes respiramos bajo los cielos de este planeta, la libertad es el bien más preciado, y que nadie tiene el derecho de confinar a otro ser vivo en una celda sin una razón.
Los animales no son seres que se encuentran a nuestro servicio, son almas que nos aleccionan y nos reflejan el lado más sensible y puro que puede existir en el mundo y más allá. Descansa en paz, Mama, sigue sonriendo en el cielo.