Cada vez que un animalito forma un vínculo con alguna persona difícilmente lo puede olvidar.
Al menos esto fue lo que pasó con Mama, una hermosa chimpancé que a sus 59 años de edad estaba llegando al final de su vida. Muy enferma y sin ninguna intención de aceptar comida o algún tratamiento que la ayudara a aliviar su dolor, pasaba sus días acurrucada esperando que el final llegara.
La chimpancé parecía haberse resignado a su triste final.
Mama, era la chimpancé más vieja y matriarca de la colonia de chimpancés del Royal Burgers Zoo en Arnhem, Países Bajos.
Esta colonia de chimpancés es reconocida por ser la base de una investigación que involucra el comportamiento de los primates, años de investigación dio como resultado el libro Chimpanzee Politics de Frans De Waal.
Durante su agonía se negaba a recibir ayuda.
Mientras Mama estuvo en la colonia conoció a Jan van Hooff, fundador del recinto y profesor de bilogía, por años fue su cuidador y fiel amigo.
Crearon un vínculo tan hermoso que la chimpancé no solo confiaba plenamente en su cuidador, Jan con mucha dedicación y paciencia se había convertido en su persona favorita.
Su gran amigo se acercó lentamente para intentar animarla.
El tiempo pasó y la salud de Mama fue decayendo, estaba aislada y esperando su triste final, se negaba a recibir ayuda hasta que su fiel amigo se enteró de su situación y fue a visitarla.
Jan solo quería despedirla como se merecía un animalito tan inteligente y dócil como Mama.
Un abrazo y una gran sonrisa marcaron la emotiva escena.
La chimpancé parecía resignada, estaba muy débil y en un aletargado acondicionamiento hacia su muerte. Si bien al principio Mama no reconoció a su fiel amigo, Jan se acercó a ella con total sutileza, tras unos minutos de tiernas caricias Mama logró reconocerlo.
Ahí estaba el hombre que por años veló por ella de manera incondicional, las emociones salieron a relucir, ambos seres fueron protagonistas de una de las escenas más conmovedoras que se haya presenciado en la colonia de chimpancés.
Mama al reconocer a su amigo se acercó y lo abrazó con una gran sonrisa, aunque el gesto requirió de un gran esfuerzo por parte de la chimpancé su emoción fue más fuerte y logró estar abrazada de su amigo todo el tiempo que pudo.
Solo basta contemplar las imágenes para comprender lo emocionada que estaba de ver a quien por años la hizo inmensamente feliz. Desafortunadamente, Mama falleció una semana después. Su presencia en esta vida nos ha demostrado que su especie son seres sensibles con la capacidad de amar y demostrar emociones con quienes crean un gran vínculo.
Dos seres distintos pueden sentir el más puro y verdadero amor, esta historia es un ejemplo de ello. ¡Comparte!