Un bebé chimpancé debería estar entre los brazos de su madre, no dentro de una pequeña caja en la que ni siquiera puede ponerse de pie. Desafortunadamente, en esas terribles condiciones fue como encontraron a este pobre pequeño. Unos rescatistas del Centre de Rehabilitation des Primates de Lwiro (Lwiro Primates), un grupo de rehabilitación para la vida salvaje en la República Democrática del Congo, consiguieron a un bebé chimpancé que más adelante nombraron Deo Kalemine.
“Llegó muy afectada, tanto física como psicológicamente”, dijo Irsaso Velez del Burgo, uno de los integrantes del Lwiro Primates.
Por supuesto que estaba afectada física y psicológicamente ¿Cómo no estarlo si la arrebataron de los brazos de su madre cuando era tan solo un bebé y la encerraron en esa pequeña caja? Era una estructura improvisada de madera y cuerdas. La capturaron ilegalmente, probablemente estaba allí para ser vendida.
Menos mal que la ayuda llegó a tiempo. Los captores fueron arrestados y condenados a 17 años de prisión, según Lwiro Primates. Deo entró en Lwiro y el equipo de rehabilitación supo inmediatamente que necesitaría cuidado especial; mucha paciencia y tiempo para sanar.
Velez del Burgo dijo que era una chica muy dulce y calmada. “Extraña a su madre como loca, eso trae como consecuencia que esté muy apegada a nosotros. Cuando va a dormir, busca ser amamantada por la enfermera, como si se tratara de su mamá.”
Después de varios meses de rehabilitación, Deo está mucho mejor.
“Físicamente se ha recuperado, pero sigue traumatizada (…) La duración del proceso de recuperación depende de cada uno, pero Deo ha mejorado mucho y continuará mejorando.” Dijo Velez del Burgo.
Hasta ha hecho buenos amigos.
Este es su amigo Pinga, otro chimpancé huérfano que vive en Lwiro. Tiene un rasgo muy especial: los lóbulos de sus ojos son blancos.
Deo se encuentra con otros cuatro bebés, que como él fueron víctima de los cazadores furtivos. Por supuesto nada podrá remplazar el amor de una madre, pero es bueno tener amigos en situaciones similares. Esto puede ayudar en su proceso de recuperación. Juntos se dan apoyo y crean el vínculo familiar que en parte perdieron cuando los separaron de sus mamás.
Si el programa de rehabilitación tiene éxito, Deo, Pinga y los demás huérfanos podrán regresar a la vida salvaje, el lugar al que pertenecen y de donde nunca debieron ser arrancados. Si no pueden ser liberados, Lwiro será su hogar el tiempo que sea necesario.
Después de todo lo que han pasado, estos chimpancés merecen toda la ayuda del mundo. Afortunadamente estos bebés se tienen el uno al otro para jugar juntos, quererse y ayudarse a crecer. Así se preparan para el regreso a la vida salvaje. Todos los seres vivos tienen derecho a vivir en su hábitat natural junto a otros de su especie y por supuesto, junto a su familia.
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