En un mundo tan ajetreado el simple hecho de alejarnos por un momento de nuestros deberes es algo impensable, pero este hombre lo hizo por uno de los motivos más nobles, salvar a una ardillita que había quedado con una red amarrada en su cuello.
La pobre estaba completamente enredada
Un cartero, llamado David Marrero, se encontraba realizando sus labores diarias como cualquier otro día, hasta que en su camino a la siguiente casa vio algo que le llamó la atención. Se trataba de una pequeña criatura que salió disparada de los arbustos con una especie de red alrededor de su cuello.
«Me sentí muy mal por el pobre animalito», dijo David.
El hombre sabía que debía hacer algo por aquel pobre animal, así que rápidamente lo atrapó y sosteniéndolo en sus brazos comenzó con la parte más difícil del rescate: liberar la red del cuello del pequeñín.
Con cuidado él la sujetó para intentar ayudarla
Cada momento se hacía más desesperante, pues era evidente que la pobre ardillita estaba sufriendo por la red. El cartero no tenía nada más que su disposición de acero para ayudar al animalito, así que con sus dientes comenzó a intentar liberarlo.
La ardilla respiraba con dificultad
Pero la tarea no era para nada fácil, para romper la red necesitaba hacer un poco de fuerza y un animal tan pequeño es extremadamente delicado.
«Sus ojos se ponían más saltones a cada intento de liberarlo», contó David.
Cada vez sus movimientos se hacían más decisivos, pues al pequeñín le quedaba ya poco aire y comenzaba a jadear. Sin parar, él comenzó a darle giros al nudo que estaba más cerca del cuello del animalito y por fin notó que la red comenzaba a aflojar.
Sin más qué poder utilizar, mordió la red para intentar romper el nudo
Pero cada vez se hacía más duro dar vueltas y debía sostener con firmeza a la pobre ardilla que ya casi no podía respirar. Poco a poco el nudo se iba aflojando, pero cada instante le parecía una hora a aquel hombre y la desesperación se apoderaba de él con más fuerza.
Cada vez estaba un poco más floja la red pero parecía eterno aquel instante
Por suerte la red terminó de romperse y ya para ese momento el único miedo que le quedaba al valiente cartero era que la ardilla se atreviera a morderlo. Lo más rápido que pudo, cruzó la calle y le consiguió un lugar seguro en el cual dejarla para que saliera disparada hacia su libertad.
Por fin era libre otra vez
Las acciones de este hombre son realmente dignas de un héroe, aunque se tratara de una pequeña ardilla, para ella significó todo su mundo pues fue él quien le dio otra oportunidad para seguir viviendo.
Ahora, cada vez que David pasa por esa calle recuerda a aquella ardilla y se queda mirando los arboles con esperanzas de encontrarla una vez más.
¡Te invitamos a compartir esta historia con otras personas para que tomen el ejemplo de este hombre y ayuden a cualquier criatura que se encuentre en peligro, sin importar su tamaño!