Muchos padres llevan a sus hijos a zoológicos y reservas con la intención de que conozcan a los animales, interactúen con ellos y dejen de tenerles miedo. Sin embargo, a veces se les olvida que también deben enseñarles sobre el respeto que se les debe tener a los mismos, especialmente si somos nosotros quienes estamos entrando en su entorno.
Que los animales de reservas y zoológicos suelan ser más dóciles y no tengan que luchar constantemente por el alimento, no significa que hayan dejado de ser animales salvajes y que muchas veces sus instintos los puedan llevar a ser territoriales.
Por eso en las reservas la recomendación es mantener la distancia.
Los canguros australianos tienen fama de ser boxeadores; de hecho, en estado salvaje han sido fotografiados con grandes músculos. Son animales que aunque parezcan inofensivos, son muy fuertes y de sentirse amenazados, no dudarán en atacar con puños y patadas que pueden herir gravemente a un adulto.
Una familia se encontraba junto a sus hijos en el Phillip Island Nature Park de Victoria, Australia, cuando decidieron acercarse a los canguros.
La madre se encontraba grabando la escena, mientras el padre motivaba al niño para que tocara a los animales, frente a ellos se encontraba un canguro y un emú, que es una especie de ave nativa australiana. El niño se veía un poco ansioso y temeroso, lo que pudo haber encendido las alarmas del canguro, quien comenzó a sentirse un poco incómodo y se preparó para poner distancia.
Cuando el niño intentó extender su mano, él inmediatamente y antes de que todos reaccionaran, le dio un “izquierdazo” en el rostro.
El niño inmediatamente se alejó del lugar, mirando incrédulo al animal que lo había golpeado y a su padre. El canguro, por su parte, se quedó inmóvil y apoyado sobre su cola, lo que indica que estaría dispuesto a patear si así fuera necesario, mientras que el emú huyó del lugar sin dudarlo.
Afortunadamente, no pasó a mayores y aunque el niño recibió un fuerte golpe, no tuvo ninguna otra lesión.
A continuación puedes ver la escena completa de 30 segundos.
Aunque la madre parece haberse asustado, nunca dejó de grabar y terminó riéndose del incidente junto a su familia. A pesar de que nada pasó a mayores, el llamado es siempre a respetar el espacio de los animales y respetar el miedo de los niños. Si bien se les debe fomentar el amor a los animales, no se les debe obligar a interactuar con ellos de esa manera porque el efecto puede ser contraproducente. Seguramente, este niño nunca más se acercará a un canguro ni los verá amistosamente.
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