Es imposible hablar de otro tema. Es imposible pensar en otra cosa. La expansión de un coronavirus hasta ahora desconocido para la ciencia y causante de una neumonía que puede ser fatal ha desatado la preocupación, incluso la histeria, en todo el mundo.
El resultado de la sobrecarga informativa es una velocidad espantosa y estéril de pensamientos, muchos inútiles, que traen como consecuencia una serie de reacciones físicas y emocionales avasallantes. Entonces, reaccionamos con miedo y preocupación, y anormalmente, con pánico.
Un ciudadano malayo de 34 años de edad, ante la posibilidad de haber contraído el virus y poder contagiarlo a otras personas decidió obviar el transporte público y caminar 70 kilómetros a pie para llegar a su casa, en una inestimable muestra de conciencia social.
Sin embargo, Alixson Mangundok, como fue identificado el caminante no se encontraría solo en su larga travesía, ya que, a los pocos metros de haber echado a andar apareció un simpático y cariñoso perro que no dudó en acompañarlo durante los 70 mil metros de distancia que lo separaban del fuego del hogar.
El hombre llegó a la localidad de Kota Kinabalu, Malasia, procedente de Japón, país donde trabaja, pero, a pesar de que fue sometido a una prueba en el hospital negativa para coronavirus, el médico le recomendó tomar una cuarentena en casa mientras esperaba los resultados.
Si bien ya estaba en su país natal, aún le restaba mucho camino por recorrer para llegar al terruño de su infancia que tantos recuerdos felices había tatuado en su memoria. Así fue cómo el 26 de marzo pasado, al pasar por un cementerio, apareció el perro y comenzó a seguirlo.
Definitivamente tenía ante sí un tramo durísimo y agotador, pero nunca estuvo solo porque el cuadrúpedo, que luego bautizó como Hachiko en honor al perro japonés conocido por su lealtad, le sirvió en todo el trayecto como su más fiel escudero, acompañándolo a encontrar su destino.
Su mayor anhelo era poder llegar a casa con los suyos en esta difícil situación, sin embargo, para él fue imposible quedarse en los centros de cuarentena. Consciente del riesgo de contagio en las aglomeraciones, no tuvo más opción que caminar con Hachiko, como su sombra.
“Me dijeron que podía someterme a una cuarentena en casa, así que, para evitar cualquier riesgo para nadie, decidí caminar hasta Kota Marudu porque estoy acostumbrado a caminar kilómetros y durante días”, afirmó Alixson.
Curiosamente el hombre había visitado la tumba de Hachiko en Shibuya antes de regresar de Japón
Las horas pasaron raudas y hombre y can ya se habían convertido en los compañeros de viaje ideales; sin mirar atrás llegaron a su destino final que, gracias a la compañía recíproca de ambos, y a pesar del intenso clima de lluvia y sol, esos tres días que duró el paseo se volvieron inolvidables y para toda la vida.
“Pensé que me dejaría a mitad de camino, pero se quedó conmigo todo el tiempo, por eso decidí adoptar a Hachiko”, afirmó.
La mente, el aparato psíquico y el mundo interno de las personas reaccionan a la llegada de esta pandemia con mucha angustia porque se trata, objetiva y realmente de una situación preocupante.
Las medidas preventivas para evitar el contagio de coronavirus, han ayudado bastante a frenar esta terrible enfermedad. Y si hubiese más casos tan excepcionales como el de Alixson y Hachiko que, piensan en los demás antes que en ellos mismos, otro sería el rumbo de la historia.
SELF QUARANTINE, LITTLE HACHIKO & LONG WALKING DISTANCE Perintah Kawalan Pergerakan yang dikuatkuasakan oleh Kerajaan…
Publiée par Deon Anthony sur Mardi 7 avril 2020
Siempre habrá un paso más que dar para llegar más lejos, sobre todo cuando de ayudar a nuestros semejantes se trata. Comparte esta historia de amistad a toda prueba.