La historia de Thor, un toro al que casi sacrifican siendo apenas un becerrito, nos recuerda que la lucha por reivindicar el derecho a la vida de cualquier animal parecen estar avanzando solo en el caso de algunas especies.
Si bien es cierto que ahora hay un poco más de consciencia sobre la tenencia de mascotas, también resulta evidente que el panorama se estanca cuando hablamos de otros seres vivos como vacas y demás criaturas consideradas un simple alimento.
Un toro puede sufrir toda clase de bajezas y todos se olvidan que fue un dulce becerrito
Por ese motivo las historias de rescate de esta clase de criaturas no dejan de conmovernos y una mujer en Escocia ha liderado un episodio por la vida realmente hermoso.
Su nombre es Heidi Ross y es la salvadora de Thor.
El tierno becerrito al cual Heidi bautizó como Thor nació un mes antes de lo previsto y su llegada prematura trajo consigo algunas dificultades. No se había desarrollado del todo y presentaba problemas en sus patas, lo cual le impedía moverse correctamente.
Mientras otros lo rechazaban, Heidi lo amó.
Los dueños de la granja en la que nació Thor lo consideraron como una cría defectuosa y no veían en él ningún tipo de futuro más que un viaje temprano al matadero. Estas personas pensaron en sacrificarlo por su condición, pero afortunadamente se topó con Heidi.
Ross trabajaba en la misma granja en la que vivía Thor.
Heidi conoció al becerrito en un momento de suma vulnerabilidad, el pobre intentaba ponerse de pie para salirse de un montículo de estiércol en el que había caído y eso simplemente la devastó.
“Encargarme de él ha sido una decisión enorme para mí. Nunca había pasado tiempo con animales grandes, nunca había tenido algo más grande que un conejillo de indias, por lo que encontrarme con Thor como un cachorro gigante ha sido todo un esfuerzo ”, dijo Heidi sobre el proceso.
Después de una larga lucha en la que el amor fue la principal herramienta, la mujer logró rehabilitar a Thor y el becerrito indefenso fue ganando peso, hasta convertirse en un toro fuerte y sano.
Pese a la complicación en sus patas, el animal lleva una vida tranquila y disfruta del amor de su rescatista que desde el primer día le dio todas las atenciones que necesitaba.
Heidi lo cuida como a un verdadero hijo.
En la actualidad este toro pesa casi 750Kg y no es ni la sombra del becerrito que Heidi adoptó, pero eso ya no es un problema para ella.
No por su tamaño colosal la criatura ha dejado de ser su consentida y ahora lo ve como un “cachorro grande”, eso sí ¡mucho más grande de lo normal! Pero poco le importa eso a la mujer y menos los comentarios de quienes la señalan por exponerse al tener un toro como mascota.
«Vamos, chico, que a mamá se trata con cuidado»
Ahora la mujer trabaja a diario en su confianza, pues hay momentos en que se puede sentir un poco intimidada pero está segura de que el toro nunca la lastimaría. Aunque por su gran tamaño esté propensa a algún accidente.
“He tenido que trabajar mucho en mi confianza con él. Sé que nunca me lastimaría intencionalmente, no es agresivo en lo más mínimo, pero no se da cuenta de que es del tamaño de un vehículo pequeño por lo que recibir un golpe involuntario de su cabeza, realmente puede doler ”, explicó la rescatista.
El vínculo entre Heidi y su toro mascota se ha hecho inquebrantable. Ella lo salvó cuando otros querían enviarlo al matadero y no solo lo rehabilitó, sino que le dejó conocer lo que era sentirse parte de una familia. Sin duda que este par tiene una de esas amistades curiosas y fuertes que no ocurren siempre en la vida.
Hasta las criaturas más peculiares tienen derecho a la vida y la historia de Thor así lo demuestra. El amor logra derribar todas las barreras.