Blanca Estela Guerrero es una mujer que gracias a su infinito amor por los animales les ha dado una segunda oportunidad a más de cien perritos que han sido rescatados de las calles o de seres de inescrupulosos que solo los tenían para perjudicarlos.
Blanca a pesar de no contar con los suficientes recursos económicos para ayudarlos, no puede negarse cuando ve a un perrito sufriendo y suplicando un gesto de amor.
Vive en Chimalhuacán, estado de México.
La mujer vive en las afueras de la capital en una humilde casa que con el paso del tiempo ha convertido en una especie de refugio para los peluditos más vulnerables.
Comenta que desde que tiene uso de razón se ha dedicado a ayudarlos y brindarles todo el amor que estos indefensos seres merecen.
“Los empecé a ayudar, los tenía aquí afuera, les daba de comer, les daba agua, los bañaba, los curaba; siempre por lo regular, habían sido heridos, desnutridos. Pero sí, yo pienso que desde que tengo uso de razón fue que empecé a sentir ese cariño, esa tristeza por ver a un animal herido”, destacó Blanca.
A lo largo de estos años ha transformado la vida de cuantos perritos pueda, algunos han sido rescatados por ella misma de terribles escenarios mientras otros miran indiferentes, como el caso de un cachorrito que salvó de un canal a punto de ahogarse.
Para ella no hay diferencias si de rescatar a un perrito se trata.
En su memoria almacena una gran cantidad de historias que narran la triste realidad que padecían los canes. Con impotencia cuenta una de las que más la han marcado:
“Fui al mercado y estaba un señor haciendo chicharrón, y se acercó un perrito a lamer las boronitas y el aceite que salpicaba el chicharrón, con perdón de usted y de la palabra, pero el desgraciado agarró el aceite hirviendo y se lo echó al perro, y me hirvió a mí la sangre al ver eso.
Entonces fui y le dije, ‘sabes qué, que cuando llegues tú a tu casa, vas a pedirle de comer a tu mujer y así te va a hacer, te va a aventar una cucharada de aceite hirviendo, a ver qué sientes’.
Pues el señor se me vino encima con un hacha, iba el papá de mis hijos y se le puso y se hizo un borlote, yo agarré el perro, me lo traje y lo empecé a curar, porque tuvo herida muy graves en su cuerpo por el aceite hirviendo”.
Tras esta terrible experiencia Blanca llegó a su casa a curar el perrito, afortunadamente logró recuperarse y actualmente está completamente sano y a salvo.
La labor que hace esta noble mujer es digna de admirar, aunque no tiene mucho, le sobra el amor y la disposición para ayudar.
Su legado ha conquistado el corazón de muchos amantes de los animales.
Junto a un pequeño grupo de voluntarios salvan y transforman las vidas de los perritos.
“Tratamos de procurar salvar a los pobres animales que son seres que no hablan, que no dicen; no pienso las cosas cuando los rescato, al momento lo primero que se me viene a la mente, es tengo que salvarlo, tengo que ayudarlo, tengo que sacarlo adelante. Son muchos los animales que he sacado adelante, y lo seguiré haciendo”. Relató Blanca.
Afortunadamente, muchos peluditos logran conseguir un nuevo hogar donde son tratados como un miembro más de la familia.
Blanca se asegura de que sean personas confiables y dispuestas hacer todo por mejorar la calidad de vida de los perritos, con los nuevos dueños se comunica constantemente y les pide que le envíen fotos cada dos o tres meses para asegurarse de que están bien.
Los perritos se marchan agitando tiernamente sus colitas y con este gesto agradecen todo lo que han hecho por ellos.
El verdadero amor se demuestra con acciones y no palabras, Blanca es un claro ejemplo de ello. Infinitas gracias por ser luz e instrumento de amor para tantos perritos vulnerables.
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