Trabajar por el bienestar de los animales es una misión de servicio que puede ser apasionante y al mismo tiempo moral y emocionalmente exigente y agotador.
Vemos con admiración cada historia, inevitablemente nos invaden las emociones, muchas veces con sentimientos encontrados donde los animales son los protagonistas, también tienen a sus héroes y gracias a ellos han cambiado sus vidas, marcando la diferencia al vivir con «ComPasión» y defendiendo el derecho a la vida de los animales.
Veterinarios, empleados y voluntarios de diferentes organizaciones de rescate, santuarios y refugios están constantemente en contacto directo con el dolor y la muerte, viven la tragedia de los animales que son víctimas inocentes todo tipo de abuso, crueldad, abandono y enfermedad, no pueden estar ajenos a su sufrimiento.
Es desafiante tener que lidiar con los sentimientos y el estrés de la lucha por salvarlos, aliviar su dolor y sanar sus heridas físicas y emocionales, también con el duelo, es triste tener que decir adiós a los animales que tanto aman.
A veces esta vocación puede convertirse en una carga difícil de soportar y cobra un alto precio que afecta física y emocionalmente a las personas que cuidan de estos animales, incluso los corazones más fuertes pueden tener problemas para sobrellevar el estrés desencadenado por el trauma, se llama fatiga por compasión.
Alissa Krieger, nos presenta su visión sobre este tema, un mal silenciado y real, ella es la directora del refugio MSPCA-Angell, en Massachusetts, Estados Unidos, uno de los centros más antiguos y de mayor actividad en el país, ha visto como muchos miembros del equipo de trabajo y voluntarios a los pocos meses de estar ejerciendo esta hermosa labor se sienten sofocados con el peso de estos sentimientos, aunado a la falta de descanso por exigirse más de lo que puede dar.
Lo que pasa con el cansancio de los voluntarios es que a menudo es difícil para la persona darse cuenta que está afectada, todas las sensaciones dolorosas tienden a acumularse con el transcurso del tiempo, dice Alissa, «Se necesita una persona muy consciente de sí mismo para que eso sea tan obvio.»
«Uno de los signos distintivos de la fatiga por compasión es que no se puede deshacer de lo que ha estado expuesto, y su visión del mundo cambia para siempre», Elizabeth Strand, directora y fundadora de la Universidad de programa de trabajo social veterinario de Tennessee, explica en una publicación. «Piense en ello como una especie de despertar que hace que sea imposible cerrar los ojos de nuevo».
¿Qué hacer cuando te das cuenta que aman a los animales tanto que su labor llega a afectar negativamente su vida?
Por supuesto que se tienen que forjar algunos límites esenciales, “Tener un equilibrio entre trabajo y vida es importante», dice Alissa, quien ha estado en el refugio durante casi siete años. «El primer año, no me importaba retrasar por horas mi almuerzo, no me daba cuenta y aunque me encanta el trabajo fue agotador, ahora sé que es mejor ir a casa y tener el almuerzo”.
«Si le preguntas a cualquier persona que trabaja conmigo, estoy constantemente recordándoles que vayan a comer o ir a casa». Alissa predica la importancia de que su personal vaya a casa y tome un respiro.
Llegar a obsesionarse con el cuidado de los animales hasta el punto de querer hacer más de lo que son capaces, y sentirse culpables todo el tiempo porque no están haciendo lo suficiente puede llevar a desencadenar la fatiga por compasión.
“Hacemos una ceremonia de liberación de cenizas de nuestros gatos que han fallecido de vejez o enfermedad, de manera similar como lo haríamos con los seres humanos para sobrellevar el proceso de duelo”, dice Tammy Thies, fundadora del Santuario “wild Cat”, en Minnesota, nuestro personal trabaja rescatando y dando albergue a tantos animales en malas condiciones y la población geriátrica es alta, por lo que nos enfrentamos al difícil momento de decir adiós a los animales que nos gusta mucho.
“Es muy abrumador, a pesar de estar haciendo algo bueno, hay tanta tristeza en todo lo que haces”, en el santuario saben que la fatiga por compasión es algo serio que afecta la vida, en su sede realizan un seminario anual centrado en la lucha contra sus efectos.
Está bien documentado que las tasas de suicidio entre el personal veterinario están entre los más altos, según un estudio de la Asociación Americana de Medicina Veterinaria (AVMA), uno de cada seis veterinarios ha considerado el suicidio. Es trágico cuando se tiene la misión de salvar vidas.
«Debido a que estamos en una profesión que requiere empatía por nosotros para hacer bien nuestro trabajo, podemos tener una tendencia a internalizar las emociones y el drama, sólo seguimos trabajando, porque es lo que tenemos que hacer», expresa Sonja Olson, del hospital de emergencias veterinarias “BluePearl Veterinary Partners”.
Si bien se enfrentan a una gran cantidad de dolor, y la vida es dolor, pero también hay belleza y bondad. Están siendo parte de la solución, también podemos intervenir y mejorar esta situación si evitamos cualquier tipo de maltrato y abandono de algún animal. Defender el respeto a la vida es tarea de todos.
Tomar en cuenta que el trabajo que realizan implica enfrentarse a una gran cantidad de carga física, emocional y espiritual, lo más importante es mantener el amor, compasión, empatía y dedicación, sana y viva, tanto para los animales como para su propia vida, darse tiempo para reflexionar sobre los pensamientos y razones para hacer este trabajo de entrega invaluable y regalo de vida para estos seres inocentes.
Como seres humanos merecen también tomar un tiempo para descansar y disfrutar de su amor por los animales entregándoles lo mejor de sí, como unos verdaderos héroes.
Te invitamos a compartir esta información por todas las personas que dedican su vida a sanar el corazón herido de tantos animales con su amor y trabajo.