Si bien es cierto que tener una mascota es como vivir con un niño de dos años, la realidad es que los perritos poseen, además, esa capacidad innata para amarnos y aceptarnos como somos, por lo que no nos queda más que retribuir su incondicionalidad y protegiéndolos a sangre y fuego contra todo peligro.
Esto fue lo que hizo exactamente Amos Ndlovu, un valiente jardinero surafricano y amante de las mascotas cuando fue alertado por una vecina de que un perrito había resbalado y caído estrepitosamente en las gélidas aguas de una represa ubicada en de KwaZulu-Natal, al Sur de África.
Al ver al animalito a punto de ahogarse, no lo pensó dos veces y comenzó a caminar con firmeza entre las aguas que lo cubrían más de medio cuerpo, resbalando, a ratos, con las piedras del fondo.
Desafortunadamente, fue a dar hasta la salida de agua y fue arrastrado en dirección a una quebrada. De allí en adelante, su destino era incierto: había muchísimas rocas y fuertes corrientes de agua.
Con mucho esfuerzo, logró llegar hasta el cachorro asustado, pero que luego comenzó a confiar en él.
El jardinero puso en riesgo su propia vida para salvar al perrito de una muerte segura. El acto de valentía de Amos está siendo celebrado por todos los residentes de su ciudad.
El hecho de haberse sumergido en esas aguas tan turbulentas para prestar ayuda a un ser en desgracia, le ganado mucho respeto, cientos de elogios y palabras de apoyo.
“No lo hice para jugar ni demostrar algo, sino para prestarle un poco de ayuda a un ser vivo en problemas”, dijo nuestro héroe.
Resulta que el hombre es dueño de varios perros, así que sabe cómo ganarse su confianza. La voz suave con la que le habló hizo su efecto, ya que el cachorro terminó por acercarse. Mejor aún, se dejó ayudar y hoy es un miembro más de la familia perruna de Amos.
“Me costó mucho salvarlo, pero tenía que hacer todo lo posible por lograrlo. Me siento muy feliz de haberle podido dar una nueva oportunidad de vida a este perrito”, añadió el jardinero.
Fue casi un milagro que el perrito lograra finalmente poder agarrarse con firmeza a una roca a medio camino de la orilla, y una bendición que Amos estuviera cerca en el momento justo para ayudarlo.
Asustado y con frío, el peludo no sabía qué hacer. Fue ahí cuando apareció Amos entre las rocas y el agua fría, como todo un héroe sin capa.
Sin embargo, después de abrazar al perrito, el camino de regreso fue tan difícil y traicionero como el de ida. A esto había que sumarle el peso extra en brazos. Stella Stewart, la vecina y quién llamó a Amos, relató todo el acontecimiento, con el corazón en la boca por la angustia.
“Conozco bien esa represa y sabía que un solo resbalón y Amos estaría muerto”, dijo Stewart.
No cabe la menor duda, y este breve relato lo demuestra una vez más, que cuando se trata del bienestar de nuestras mascotas, no existen caminos u obstáculos, por más resbalosos o espinosos que estos sean que nos impidan dar la vida, si es preciso, a cambio de la suya.
Lo que separa a un relato de heroísmo como este de una tragedia, suele ser una línea muy fina. En este caso, la fortuna estuvo del lado correcto. Comparte esa historia con tus mejores amigos y familiares más queridos.