Los alces son enormes animales salvajes, que asociamos indudablemente con la nieve, son animales muy pesados y que si son provocados pueden causar daños. Sin embargo, viven muy cerca de las personas en lugares como Columbia Británica, Canadá, donde recientemente dos hombres se encontraron con una extraña sorpresa.
Un alce bebé estaba literalmente atrapado en el cercado de madera de su casa.
Entre todas las cosas que pueden ocurrir en el invierno, no era una opción encontrar a un pequeño alce luchando por salir de un “aprieto” en su casa. Aparentemente, el pequeño animal intentó saltar la cerca, pero aún era muy pequeño y no lo logró, en alguno de sus intentos fallidos sus patas delanteras quedaron atrapadas entre las tablas de madera.
El pobre estaba en una posición muy incómoda, sus cascos estaban del otro lado de la cerca y lucía muy asustado cuando lo encontraron.
Los dos hombres que hicieron el hallazgo, se acercaron desde el lado interior de la cerca y buscaron un hacha, el pobre alce debió sentirse aterrorizado al ver dos hombres acercándose con un hacha, pero ellos estaban ahí para ayudarlo. Mientras el pequeño seguía intentando liberarse por sus propios medios, ellos ya habían diseñado un plan.
Primero intentaron liberar un poco la presión sobre las patas del animal, empujando la madera con el hacha como si se tratara de una palanca.
Pero esa opción no funcionó como esperaban, así que intentaron de otra manera que resultó muy efectiva. Mientras los ojos del pobre bebé parecían querer salirse, ellos cuidadosamente comenzaron a romper la madera con la hoja del hacha, mientras uno golpeaba, el otro hacía presión con sus manos sobre la madera hasta que lo liberaron.
Primero una pata y luego otra.
La ansiedad del animal era evidente desde el primer momento, el pequeño no dejaba de lamer sus labios repetitivamente y sus orejas estaban hacia atrás. Cuando un alce hace eso quiere decir que se encuentra incómodo y asustado, en su hábitat quiere decir que atacará, pero este pequeño no se podía ni mover del pánico.
Después de ser liberado se quedó inmóvil mirando a sus rescatistas, mientras seguía lamiendo sus labios.
Después giró con intenciones de irse, pero volteó nuevamente para mirar a los hombres quizás en señal de agradecimiento. Finalmente y después de más de tres minutos en los que se mantuvo en el lugar, el pobre y asustado alce se fue corriendo, probablemente fue a contarle su aterradora experiencia a su madre. Afortunadamente, se encontró con las personas correctas y pronto pudo volver a su hogar.
Comparte la historia de este travieso alce y esperemos que no vuelva a meterse en problemas.