Desgraciadamente, no existe un país en el mundo donde no se vean centenares de animales de compañía vagando por las calles de sus ciudades, en lugar de ser tratados como lo que verdaderamente son, un miembro de la familia que merece tanto respeto, consideración y cuidados como cualquier otro.
Para muchas personas, los perros y gatos callejeros pasan desapercibidos, pero para un voluntario no, para los amantes de los animales son seres que merecen la oportunidad de una vida mejor que la mera sobrevivencia, y son capaces de echar el resto por salvarlos.
Un ejemplo de ello es Jessica Cochran, voluntaria por más de diez años en el Proyecto de Animales Comunitarios de PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales), quien al enterarse del caso de la perrita Edith, decidió involucrarse de lleno para salvarla.
Y es que la pobre Edith no conoció otra cosa que las cadenas que la mantuvieron inutilizada, triste y deprimida, durante sus 9 años de vida, y solo recibió las visitas diarias de esta activista que no cesó en su empeño en rescatar al animal.
Inexplicablemente, aunque intentaban rescatar a la peluda, los trámites legales eran cada vez más engorrosos y no se lo permitían, sobre todo porque la familia que la mantenía cautiva se negaba, absurda y cruelmente a dejarla libre.
Con el pasar del tiempo, comenzó a generarse en Jessica un gran sentimiento de afecto por la canina. La consentía llevándole sus golosinas y juguetes favoritos, y hasta le construyó una casita donde pudiera guarecerse del frío y la lluvia.
De hecho, esta noble mujer forma parte de este proyecto ideado en 2007 para ayudar a los animales en la misma situación de Edith, olvidados, sucios y obligados a permanecer atados y esclavizados, a obtener la calidad de vida que tanto necesitan.
“Desde que era una cachorra, Edith se mantuvo encadenada al aire libre en aislamiento, excepto por las visitas de trabajadores de campo de PETA que llevaban sus juguetes, dulces y caricias en la barriga”, escribió PETA en una publicación en su cuenta en las redes sociales.
Después de establecer una relación tan estrecha y de tantos años con la perrita, lamentablemente los portavoces de PETA tuvieron el penoso deber de informar de la desaparición de Edith.
Los indignos quienes la mantuvieron en ese estado, decidieron trasladarla a otro lugar sin decir a nadie, perdiéndose la posibilidad de rastrear al animalito en desgracia. Ninguno de los activistas sabía dónde podría encontrarse la peluda, por lo que solo quedaba esperar un milagro.
“Cuando descubrimos que Edith fue mudada y no sabíamos a dónde había ido, yo estaba definitivamente muy preocupada”, dijo Jes en un video publicado por PETA en su canal donde relataron esta historia.
Sin embargo, lejos de desmayar en su intento de arrebatar a Edith de estas garras malignas que la sostenían, se redoblaron los esfuerzos hasta que, finalmente, el milagro ocurrió. Y lograron dar con el paradero de la canina, después de una búsqueda hasta por debajo de las piedras que se extendió por 2 años.
Desde el 2016, año en que sucedió finalmente el tan ansiado y necesario rescate de Edith, Jes la adoptó y le dio el hogar lleno de amor que tanto tiempo le fue negado. Resultó que sus obstinados e injustos “cuidadores”, decidieron mudarse y deshacerse, para bien de la peluda, de ella.
Comparte esta historia con final feliz con tus seres queridos. Salvar a un animal no cambiará el mundo, pero sí la vida de quien es rescatado. Ellos también merecen ser felices y vivir su vida con dignidad.