La desgaradora historia de maltrato hacia esta inocente orangutana revela la podredumbre y «bestialidad» (perdón por los animales), a la que puede llegar el ser humano. Cuando pensamos que ya hemos escuchado bastante, un nuevo caso nos estremece el corazón y nos preguntamos si todavía podemos esperar algo peor de la humanidad…
Pony vivió durante años encadenada en un prostíbulo de Kereng Pangi, en Indonesia.
No se sabe bien por cuántos años, pero lo que sufrió Pony es lo más denigrante que se le puede hacer a una hembra.
Pony fue separada de su mamá cuando era una bebé para ser sometida a una vida de horror y esclavitud sexual: La depilaban diariamente, la maquillaban, la perfumaban, la engalanaban con joyas y elegantes vestidos… ¡Como una prostituta!
Todo para satisfacer los depravados deseos de sus clientes, la mayoría trabajadores agrícolas de la zona, que pagaban poca cantidad de dinero a cambio de un encuentro sexual con la tan cotizada Pony.
Las depilaciones le provocaban irritación en la piel y llagas, sobre un colchón sucio y perfectamente maquillada, a la orangutana se le enseñó como realizar actos sexuales para satisfacer a sus clientes.
Tenía diversos cortes en la piel e importantes daños psicológicos tras vivir encadenada por su gran tamaño.
A pesar de que en el burdel había mujeres que también eran esclavizadas sexualmente, los hombres preferían a Pony. ¡Es atroz!
Después de que se conociera del horroroso encierro y esclavitud del animal, las innumerables denuncias lograron poner fin al negocio en 2003 cuando 35 policías armados irrumpieron en el prostíbulo con el fin de rescatarla. Sin embargo, el dinero que les dejaba eran tanto, que los dueños se resistieron a entregarla, en un violento forcejeo con armas y cuchillos, con lo que los efectivos policiales poco pudieron hacer.
Pero finalmente, la Autoridad Central de Conservación y Recursos Naturales de Kalimantan (BKSDA), en colaboración con la Fundación BOS, organizó una larga investigación y un operativo de rescate para confiscar con éxito a Pony de las manos de sus captores.
Pony fue llevada a una nueva vida de libertad al Centro de Rehabilitación Nyaru Menteng, donde ha tratado de recuperarse.
Le costó más de 10 años superar los traumas a los que fue sometida.
Sus cuidadores cuentan que al principio sólo podía ser atendida por mujeres, la sola presencia de un hombre la horrorizaba.
“Cuando un hombre se acercaba, se iba a una esquina y se orinaba encima. Les tenía pánico”.
Aunque ahora se encuentra en buenas condiciones, Pony vive en cautiverio y nunca podrá reintegrarse a su hábitat. Sin embargo, está acompañada de otros siete orangutanes, que han sido fundamentales para su total recuperación.
Sólo cuando llegó al centro de rehabilitación se dio cuenta de la real magnitud de los abusos a los que fue sometida: su pelaje tardó muchísimo en crecer porque fue rasurada casi a diario.
“A pesar del trauma, ella mantuvo una dignidad y sentido del humor. Tenía la mejor personalidad y aprendió a confiar muy rápidamente, a pesar de lo que había pasado”, dijo una de las rescatistas.
Cerca de 1.000 orangutanes en Indonesia son asesinados cada año para que sus bebés puedan venderse en el mercado negro.
Es realmente indignante la capacidad de degradación del corazón humano, y lo que se le puede llegar a hacer a un animal sólo para satisfacer los deseos más depravados.
Nos alegramos de que Pony ahora se encuentre en las mejores manos, pero ningún animal más merece una tortura así. Comparte para crear conciencia.