Chaya es una linda perrita mestiza de rottweiler y boxer que vive en Suecia con su madre llamada Marie Palmgren. Y ahora, ante el asombro de muchos, se ha convertido probablemente en la primera perrita a la que una oficina de correos le exige un documento de identidad y además su firma.
Chaya y Marie viven en un suburbio de Estocolmo llamado Rotebro.
Todo comenzó cuando una amiga de Marie decidió enviarle por correo un juguete para Chaya, pero el problema fue que en la oficina de correos escribió que el paquete iba dirigido a Chaya Palmgreen y no a Marie.
Marie pensó que esto no sería un problema y que bastaría con explicarles que se trataba de su mascota, pero la oficina se mostró reacia y le dijeron que no podrían darle el paquete a menos que presentaran un documento de identidad que permitiera verificar que Chaya era su perrita y que además la autorizaba a ella a retirar el paquete.
El paquete fue enviado desde el Reino Unido donde asumieron que Chaya era el nombre de un humano.
Marie no lo podía creer, pero regresó a casa a buscar algún papel que demostrara que la linda Chaya era su perrita y que en efecto se llamaba así. Finalmente encontró un documento de registro de Chaya en donde además se certificaba que era su mascota. Pero lamentablemente esto seguiría sin ser suficiente para la oficina de correos.
“Me dijeron que lo aceptarían como el documento de identidad de Chaya, pero todavía hacía falta que firmara”.
Después de mucho pensarlo, le pidieron que esperara afuera. Unos minutos después llegaron con una almohadilla de tinta para que la pequeña Chaya dejara marcada su huella.
Además los perros no estaban permitidos dentro de la oficina de correos
Para muchos esto podría ser una situación hasta divertida, pero la oficina de correos se tomó el asunto muy seriamente y no encontró para nada divertido la broma que el remitente del regalo había hecho.
“Los empleados estaban muy serios todo el tiempo. No les pareció nada gracioso”.
Sin embargo, Marie decidió tomarlo todo con tranquilidad y hasta reírse de todo lo sucedido.
“Cuando regresé al automóvil me reí tanto que me dolió el estómago”.
Finalmente, tras lograr cumplir con todos los requisitos hechos por la oficina, la linda Chaya logró conseguir su esperado juguete. La comentada experiencia de Chaya es un llamado de atención a que estas normas se flexibilicen y que no sea necesario exponer a los perros a un estrés innecesario, como el poner su pata en un almohadilla de tinta.
Finalmente a Chaya no le gustó mucho su regalo que era una fuente de agua.
Esperamos que tras la enorme odisea que fue recibir este paquete, la linda Chaya no se vea envuelta en más problemas burocráticos.
Te invitamos a compartir esta nota para dar a conocer la inusual historia de Chaya.