Nala Rose tenía pocas semanas de nacida, y ya estaban planificando cómo terminaría su vida. Ella nació en un criadero cercano a St. Louis, Missouri, y es una pequeña poodle distinta al resto de sus hermanitos, razón por la cual querían ponerla a dormir. La chica vino al mundo con párpados, pero sin ojos.
«La criadora nunca tuvo un caso como el suyo, por lo que discutió con su esposo la opción de la eutanasia, no estaban seguros de qué tipo de vida podría llevar la perrita en esas condiciones«, comentó Joan Wiegers, una voluntaria del St. Louis Senior Dog Project.
En promedio, los criadores venden a los perros de razas pequeñas casi en 1.000 euros, pero un perro sin ojos no es considerado para la venta, por lo que en muchos casos les practican una eutanasia. Esto es sumamente injusto, ya que nadie tiene derecho a quitarle la vida así a un animal inocente solo por no poder venderlo. Afortunadamente, en este caso llamaron a un refugio en vez de hacer eso.
Joan asumió felizmente el rol de madre adoptiva para Nala Rose, que solo tenía ocho semanas de nacida. Pocos días después llevó a la cachorrita a un evento de adopciones en una tienda de mascotas, y pasó poco tiempo hasta que una familia se enamoró perdidamente de ella.
«Mi mamá sostenía a Nala Rose, y cuando regresé de buscar comida para nuestro otro perro, estaba llenando los papeles de adopción», comentó Jayden Radtke, la nueva hermana humana de Nala Rose.
«Cuando decidimos llevarla con nosotros, no conocíamos su historia, hasta que tuvo su primer chequeo veterinario».
Con algunos cambios en su rutina diaria, la familia ha ayudado a que Nala Rose se sienta en casa. Además, tiene una hermana perrita llamada Ellie, que ha asumido el rol de guía para Nala.
«Le hemos puesto cascabeles al collar de Ellie, para que Nala la escuche y pueda seguirla. Cuando la trajimos a casa, mi hermana hizo brazaletes con cascabeles para todo el mundo, de esa forma podía escucharnos. Su audición es muy buena, así que aunque no esté Ellie, ella sería capaz de seguir a quien sea».
Así como cualquier otro cachorro de 14 semanas, Nala Rose es juguetona y curiosa. Le encanta salir y pasar tiempo al aire libre, así como compartir con otros perros.
«Cree que es un perro grande. Ha conocido a muchos perros grandes, huskies, juega y corre alrededor de ellos. Nada la intimida».
Nala Rose no sabe que es distinta a los demás, y a veces la gente ni siquiera lo nota. A la familia Radtke se le rompe el corazón al pensar lo que pudo haberle pasado a Nala Rose, pero se sienten agradecidos de haberla encontrado, ya que cambió sus vidas para mejor.
Te invitamos a compartir su historia con todos tus amigos.