Las guerras son episodios oscuros de la historia de la humanidad.
Siempre dejan terribles secuelas y hay muchos que simplemente se quedan atrás, abandonados o atascados en los horrores que tuvieron que enfrentar.
Este es el caso de un pastor alemán llamado Prince, que fue abandonado al finalizar la guerra de Vietnam hace décadas.
Pero finalmente ha salido a la luz la historia real de lo que este fiel y valiente amigo tuvo que vivir después de la guerra. ¡Prince era un verdadero héroe!
La distinguida mención del “Corazón púrpura” por valor sólo se concede en el ejército de los EEUU a los humanos, pero por Prince hicieron la única excepción.
Él recibió la medallas de corazón púrpura, el más alto honor por sus servicios no solo una, sino dos veces.
Además fue el primer perro de servicio en convertirse en miembro oficial de las fuerzas especiales americanas de la marina, los SEALS.
Pero a pesar de todo esto, así como cientos de muchos otros perros militares que ayudaron a proteger a las incontables tropas durante la guerra, fue dejado atrás.
El servicio heroico de Prince no valió de nada, pues el Pentágono tenía la creencia infundada de que los perros de servicio militar podrían traer enfermedades contagiosas que serían transmitidas a otros animales.
La orden fue reunir a los perros y realizarles eutanasia después de sus servicios, a pesar de que muchos de ellos tenían una familia esperándolos en casa.
Lo más triste en el caso de Prince es que después de sus tres tours de servicio, el volvió a casa, el hogar de un policía y estaba listo para retirarse en junio de 1970.
Pero el Pentágono se enteró y Prince fue arrastrado de vuelta a Vietnam, a pesar de las protestas de sus amigos y familiares.
Los perros de servicios fueron considerados equipo extra, más de 1.600 fueron puestos a dormir, solo 200 regresaron a los EEUU.
Otros fueron entregados al ejército de Vietnam del Sur y se asume que fueron asesinados cuando este fue derrotado por el del norte.
Por casi 50 años el destino de Prince había sido un misterio hasta que finalmente la reportera Joanne Kimberlin del Virginian-Pilot reveló lo que le pasó al pastor alemán hace todos esos años.
Mike Bailey, uno de los entrenadores de Prince, regresó a Nam casi 4 años después y lo encontró en una perrera junto con muchos otros perros destinados a la muerte.
El perro lo reconoció inmediatamente, él se agachó y Prince recostó la cabeza en el pecho de su viejo amigo, como diciendo:
“Te extrañé tanto”.
Mike pidió prestado a Prince para su pelotón, pero su verdadero plan era contrabandearlo a los EEUU de una forma u otra.
Su oficial superior se enteró de los planes y lo amenazó con mandarlo a la corte marcial. Después de eso lo tuvieron bajo estricta vigilancia.
Finalmente Mike tuvo que dejar a su amigo con otro oficial que se quedaría por más tiempo, unos años después ellos se encontraron en territorio americano y por fin Mike pudo saber qué fue lo que le pasó a Prince.
Tras su partida, el perro recibió muchos maltratos y su situación sólo empeoró un día que se escapó de su jaula y atacó a un búfalo de los granjeros locales.
Estremecido Mike tuvo que escuchar cómo sacrificaron a su amigo, y de la peor forma posible, pues no tenían nada de inyecciones humanas allá en Vietnam.
La historia de Prince es sobrecogedora, pero lo que le pasó a él y a todos los otros perros de servicio dejados atrás, cimentó las bases para dos leyes que impiden a los EEUU dejar a sus perros de servicio detrás.
Los perros deben ser regresados y sus entrenadores tienen ahora la primera opción para adoptarlos.
Mike confiesa que dejar a Prince fue como dejar atrás a un hermano, y lo mismo sintieron los miles de soldados que tuvieron que despedirse de esa forma tan cruel de sus amigos de la unidad canina.
Si te ha enternecido esta historia y quieres defender el trato justo para los animales de servicio, no dudes en compartirla con todos.