Hay estudios sobre comportamiento animal que afirman que los animales, en este caso las mascotas, tienen algo así como un sexto sentido que les advierte del peligro que se avecina, lo sienten cerca, cualquiera que tenga un perro sabe de lo que hablo.
Por ejemplo cuando rompen algo, cuando se pelean con el gato o comen lo que no deben, ellos saben que sin duda están en problemas; incluso saben cuando los estás llevando del cielo al infierno.
Y el infierno para ellos puede ser en muchos casos el tan temido veterinario ¡ese especialista de bata blanca que suelen ver en sus pesadillas, para ellos no hay cosa peor en este mundo! Jamás lo aceptarán de buena gana pese a que es por su bien.
Nuestros peludos compañeros, sin importar si son un Gran Danés o un pequeño Chihuahua, tengan 5 meses o 5 años, lo saben, o al menos lo sospechan.
Ven las pistas, unen los patrones ¡y allí lo vemos! Una cara de felicidad por lo que ellos creían era un divertido paseo para ir al parque se transforma en una de miedo, enfado, decepción o desesperación.
Incluso pierden la fe y la confianza en ti de inmediato; en algunos casos intentan esconderse detrás de lo que pueden o se aferran a ti con todas sus fuerzas, pero en otros casos simplemente se rinden e intentan prepararse para lo inevitable.
Muchos de esos sucesos no pasan desapercibidos ya que sus dueños hacen fotos de sus mimados caninos de camino al veterinario, en la sala de espera o incluso fotos de cuando intentan escapar de lo inminente, estando ya dentro del consultorio.
Seguro que tus bebés peludos han hecho de las suyas sacándote unas risas y creando gratos momentos al ir al veterinario alguna que otra vez. ¡Te invito también a compartir con nosotros tus imágenes!
Es impresionante ver como los perritos pueden llegar a desarrollar emociones tan intensas. Alegría, amor, miedo, soledad e incluso empatía, nos consuelan en malos ratos, nos llenan de risas con sus ocurrencias y travesuras, jamás dejan de sorprendernos.
Pero así los amamos y ellos, pese a que seguro se enfadan al llevarlos al veterinario, lo olvidarán en cuanto regresen a casa y los llenes de mimos.
La cara del miedo, señoras y señores.
«Dime que es mentira.»
«¡Me la vas a pagar!»
«¡Espera… Este no es el camino al parque!»
«¡Genial, un paseo! Un momento…»
«¡Me has traicionado!»
«Me portaré mejor ¡lo prometo!»
«Sé que tus intenciones son otras.»
Mira como va cambiado su cara a medida que se da cuenta de su destino.
«¡No, ayudaaaaaa!»
«¡No quiero ir!»
«Te dejaré un regalo en la alfombra después de esto.»
Su cambio de humor drástico refleja su confianza destruida.
Otro más que busca esconderse de su destino.
«Pensaba que habías dicho que me amabas.»
«¿Por qué me haces esto? Yo me he portado bien.»
«¡Prometo comer menos croquetas!»
«¡Tú qué me miras! ¡Seguro que fue tu idea!»
Se camufla perfectamente con el ambiente.
«Si me quieres sacar de aquí, no te lo dejaré fácil.»
«¡Si no lo veo no existe, si no lo veo no existe!»
Sólo mira esa carita, ¡awww!
«¡Soy muy joven para morir!»
«¡Tendré mi venganza!»
«Toma mi patita y no me sueltes.»
La cara misma del enfado absoluto.
Ninguno de los dos está feliz.
No importa cuántas veces los lleves al veterinario, cuántas duchas molestas les des o cuantas veces los regañes por portarse mal, cuando llegues a casa sabes que estarán allí felices, saltando y moviendo vigorosamente sus colitas, llenos de una gran alegría por verte llegar.
¡Anímate y comparte estas divertidas imágenes con tus amigos!